-...es que si me pongo un preservativo, se me cae la erección.
-¿Viagra?
-¿ESTAS LOCA?
-¿Qué tiene de malo?
-¿COMO QUE TIENE DE MALO? ¿COMO VIAGRA?
-No quiero atentar contra tu hombría, pero hace sentido.
-¿Y QUE HAGO CON UNA ERECCION POR HORAS? ¿LLEGO A MI CASA ASI?
-Jajajajaja.
-…
-Bueno pues te tomas la mitad.
-¿Y TU COMO SABES?
-¿Porqué no le preguntas a un amigo?
-¿COMO LE VOY A PREGUNTAR A UN AMIGO? ¡ESAS COSAS NO SE CONSULTAN CON LOS AMIGOS!
-…
-¿Y TU PORQUE NO TE QUITAS LA MATRIZ?
-…
¿Porqué no te tumbo esa sonrisita pendeja de una patada en el culo?
En la mesa de al lado, un mesero es testigo del espéctaculo; No le veo la cara pero me imagino que está por explotar de risa; Yo ya no tengo ganas de reirme, la verdad. Creo que las cosas no están saliendo de acuerdo a lo planeado. O algo estuvo mal desde la concepción del plan. Es decir, yo no creo que las mujeres vayan proponiendo sexo tan campantes por la vida, como si se tratase de un negocio, o con el tono de macho con que se discute la alineación de un partido de Fut.
Mal, mal, mal.
Mal, mal, mal.
No sé como terminé cediendo, irritada. Está dispuesto a mostrarme sus últimos análisis clínicos en aras de mi tranquilidad. A mi la idea del Viagra me sigue pareciendo buena. Nadie me asegura que no sea un eyaculador precoz .¡Ja! Supongo que esto lo pienso maliciosa porque me encabrona no salirme con la mia. Pero lo que me molestaría sobremanera, sería bajarme de esta negociación sin nada entre las manos. Lo miro a los ojos y resuelta declaro:
-Ok. Tenemos dos fechas posibles: este viernes o dentro de 14 días. De acuerdo a mi ciclo menstrual. El balón está de tu lado. ¿Nos vamos?
***
En el último semáforo, antes de tomar las dos callecitas enredadas que desembocan en mi oficina, pienso de nuevo en esta reunión particular.
La sonrisa bobalicona que le iluminaba los ojos me hizo desear tocarlo.
La discusión acalorada del Viagra, no nos llevó a ninguna parte.
Su peor momento Patán: “¿Y yo voy a pagar todo?” Me dieron ganas de tumbarle los dientes.
La mejor parte de la tarde: mis manos ensortijadas en sus rizos y su lengua en mi boca.
Me revuelvo inquieta; el balón está de su lado. Y no sé cuánto voy a tener que esperar para que lo ponga en circulación de nuevo. Mierda.