Me gusta el Porno. No soy una consumidora asidua pero de vez en cuando me acerco a este mundo de lo explícito. De lo puesto ahí enfrente, sin miramientos. Sin adornos. No poseo una colección de títulos y aunque me gustaría, con un menor en casa, resulta imposible.
Así que cuando quiero mirar pornografía, lo hago por internet. Es gratis y lo único que hay que invertir es tiempo y paciencia; esa fiel aliada que está por abandonarme en la trinchera.
La página de inicio del sitio me presenta 18 clips de donde elegir. Me guio un poco por los títulos, que son entre sinópsis, slogan y poesía. Hottles in the luxury machine castle. Ass and troat stretching action. Courtney Devine is so sweet. Busty blond affairs.
En general la producción de estos videos es bastante pobre, en 15 de 18 la locación es un sillón, el tema de la iluminación ausente. Este es el mundo de los rasurados, todos. Aqui es donde entiendo las razones de estética que de cualquier modo no se justifican, o si. Hay para todos los gustos. Ellas me recuerdan el candado que luce Josh Beckett –abridor de la rotación de los Medias Rojas- y ellos, …en fin.
No, en realidad los depilados no me prenden ni aqui, en su territorio.
Descarto orgías y a Black mamma showing off. Con apariencia de adolescentes ni por asomo.
Lo que nunca entiendo es porque son tan largos. A veces hasta media hora. Una penetración vista en un plano medio durante 6 minutos es un exceso y en mi imaginación me produce rozaduras; los siguientes tres de un acercamiento hacen que me salga el oficio de adentro. Mis ojos quieren editar lo que ven. Desechar lo que no hace falta. Manos de tijera, cortar sin piedad.
Los 23 minutos eternos y predecibles podrían convertirse en 180 segundos gloriosos, acompañados de una buena rola. Alguna vez acaricié la idea de hacerme Editora de porno. Conozco a alguien, que edita por gusto el porno que tiene almacenado en su compu y hace poco me pidió consejos acerca del software y transferencia de archivos para esos montajes caseros; acaricio la idea de nuevo.
Finalmente encuentro algo que me apetece.
Una cama de postes y dosel. Dos guapas en lencería, guapo que entra a cuadro y deja caer la bata; desnudo, espléndido. Se acerca a una de ellas. Luz tenue, semipenunbra. El sonido que acompaña la imagen viene de mi iTunes, Sneaker Pimps.
En el siguiente minuto, la cámara ya está ahi donde ocurre todo. 15 segundos más de este plano cerradísimo explícito y medio puerco, es todo lo que necesito. En mi fantasia, una de las ventanas del edificio de enfrente está apenas iluminada. Un voyeur. En mi compu la cámara me encuadra y alguien me ve desde otra pantalla.
No hace falta más.
Abro los ojos y sonrío. El edificio de enfrente sigue en penumbras. Qué fácil esto, ¡ja!