De: Pablo
Para: Maja
Asunto: Guapa,
te extraño.
Me cuesta creer que hace media hora, hablaba de Pablo con Louis –mi asistente-. Y de repente aparece. Nada es real, excepto el azar. Tengo esa frase de Paul Auster grabada en las costillas.
Leo de nuevo. Guapa, te extraño.
Voy a la carpeta de “Borradores”, ahí está el correo que no he podido escribir, no he pasado del saludo, lo demás está en blanco.
Han pasado 4 semanas.
Busco de nuevo sus letras, leo, suspiro.
Al terminar de leer tus líneas no sabía si había entendido; tampoco importaba porque la esencia de tu ánimo era inevitable en cada palabra y supe que te pusiste contenta porque andabas triste, o te pusiste más triste porque te pusiste contenta un instante. Observé la pantalla del ordenador como si fueras tú y yo te espiara desde cualquier ricón posible, pero poco a poco me entraron ganas de abandonar el rol de espía para acercarme a ti y abrazarte. Así nada más, en silencio, sin siquiera mirarte. Abrazarte suave o fuerte. Abrazarte.
Mis conjeturas no van más lejos, la probabilidad de que esté en un mal entendido es latente, pero creo que no estoy tan lejos de la realidad. Y como creo que tú eres más melancólica que yo, me dan más ganas de abrazarte. Y también de acariciar sutilmente tu mejilla para sentir tu calor. O tu frío. Y escucharte si quieres usar palabras, o tan sólo observar tus ojos, su color, su profunda mirada.
Pensé en ti una noche mágica que se abrió el cielo y pude observar el sol a la una de madrugada.
También te recordé a mi regreso a Oslo, cuando después de semanas con noches cortas y azules, volví a enfrentar una que alcanzó la oscuridad. Esa noche penetraste mi sueño y te seguí sin que me vieras. Sonreiste varias veces y tu felicidad escurrió mis ojos. Cuando desperté divagué un buen rato pensando qué haré la siguiente vez que te vea:
¿Te seguiré a distancia? ¿Me atreveré a abrazarte? ¿Seremos melancólicos? ¿Miraré tus piernas? ¿Tocaré tu rostro? ¿Hablaremos de nada?
No respiro, no me muevo. El corazón me late desesperado, quiere explotar.
El desencuentro es la forma más placentera de vernos.
ResponderEliminarF.
ResponderEliminarVien vale la pena el raspón de rodillas.