Viernes en la noche. Tráfico. Casa. Niño con energía. Estoy exhausta.
Me quedan fuerzas nada más para el duelo de sables prometido al Majito. Luego de esto nos queda todavía una peli por ver: “El Regreso del Jedi” propone él, la secuencia final de “Kill Bill 1” propongo yo. Ganan los Jedi. De frente a la TV cabeceo. Me consuelo pensando que si alguien llamase para invitarme a una fiesta al ratito, yo podría contestar: No puedo, tengo trabajo el martes. ¡Ja! Pero nadie llama y reconsidero seriamente mi problema de Capital Social. De cualquier modo este fin de semana mi hijo se queda conmigo y no habrá oportunidad de salir y hacer vida mundana. La idea de ver el juego de beis en mi compu y una cerveza helada son suficientes para hacerme sonreir.
Para las diez y media de la noche ya estoy dormida y el único mérito de ello es que esta noche el insomnio que suele acompañarme estará buscando a alguien más para jorobarle el descanso.
Un rato más tarde suena mi celular. Me llega un mensaje. A tientas busco mis lentes que se han quedado debajo de la almohada. Desconozco al remitente.
Como estás????
Respondo:
¿quién eres? Y añado una carita sonriente para no parecer grosera.
Actriz. Boda. Baile.
¡Ah!
Boda. Beso. Borrachera.
No me sigue el juego, pero es directa:
Cuando el cafe?
Cuando quieras; de lunes a viernes.
Perfecto! El lunes?
Va. Nos buscamos. Te mando un beso.
Yo te mando dos!!!
Tengo una cita, con una guapa.
