martes, 21 de diciembre de 2010

El Pibe: El que persevera, ¿alcanza?


El Pibe insiste. Con mensajes de celular o con llamadas. No suelta prenda.

Cada mensaje es un EgoSnack que leo casi empalagada. A veces respondo cualquier cosa, a veces solo el silencio . Me deja respirar un par de días y acomete de nuevo con el ímpetu de un cazador.

De Machín Patán no sé nada. Debe estar por llegar pero salvo un chat insulso las cosas con él parecen un enigma. Se arrepintió, seguro; y tan solo de pensarlo me siento un poco humillada, herida en mi amor propio.

De Muy Lindo tampoco sé nada. Ni siquiera un chat bobalicón.

Ese futuro de catres que me auguraba Sylvia –la del Tarot-, ya no resulta tan cierto. Sin embargo por estos días he recibido mails o coincidido en el chat con algunos catres de mi pasado. Fuegos, Aires, Tierras y Aguas. No cuentan. Están lejos o mi interés navega por otras latitudes.


Doy una ojeada a los mensajes de mi cel. El Pibe ha mandado 15 en los últimos días. 16 con el que llega en este momento.

“Che, Bombón. Me voy a casa en unos días, quiero verte antes de irme. ¿Podés?”

Y mi respuesta no me sorprende. Digo que sí, por supuesto.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Domingo noche. Un chat


Muy Lindo es tan voyeur como yo, le gusta ver,
a mí me gusta que me vean
me coge con la mirada puesta en mi cara, como
si el pacto fuese no cerrar los ojos
jamás
me mira todo el tiempo y yo lo miro también,
eso me excita, que nos veamos
embiste duro
pero lo hace muy despacio,
me duele un poco y 
de tanto en tanto le pido que pare, 
un poco para respirar, para descansar o para
prepararme para la siguiente embestida

me dilato, me mojo. Soy una fuente, una cascada, un géiser…
en algún momento lo monto
me toma de la cintura como a una muñeca,
es un tipo no enorme, pero grande
fuerte, eso me gusta

me gusta como me toma con las manos,
como me rodea  con las palmas,
los huesos que sobresalen de mi cadera
que parece frágil pero no lo es
dibuja olas infinitas con mi pelvis,
como si ese pedazo de mi cuerpo le perteneciera, desarticulado del resto

me penetra con fuerza
respingo, un quejido muy leve, un soplo sale de mis labios
lo hago detenerse
te duele? pregunta,
me mira en silencio y antes de esbozar lo que imagino
es una sonrisa, afirma:
te gusta
sonríe franco, demoledor.

y ya que me ha descifrado
prueba en mi cuerpo y en toda mi piel
con mucho cuidado
todos los matices del dolor

***

Tecleo la última frase en espera de una respuesta; quien me ha leído en su pantalla, está muy lejos de aquí. Es un anónimo lector de este blog. No lo conozco en persona, pero nos conocemos desde hace algún tiempo.
Logré provocarlo con mis palabras y tengo la certeza de que aún sin verlo, tiene el cuerpo encendido. Calor que invita al calor, a una tormenta. Un volcán en erupción. 

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Domingo. Café con mi amiga La Güera

-¿Y?

-¡Muy lindo Güera!

-¿Muy lindo qué?

-Coge muy lindo.

-¿Cómo?

-Pues así Güera. Divino. Treintañerito. Con ímpetu, sin miedo. Atrevido, nada tímido… Me encantó.

-¿Cómo es?

-¿Muy Lindo?

-Si. ¿Guapo?

-¿Sabes que no? Feo más bien.  Pero de esos feos, amiga, que no tienen problemas de autoestima; lo cual lo hace un guapo. Es como exótico, de un físico poco común. Lindo, lindo, lindo…

-¿Y?

-Imagínate que se la chupé horas, amiga.

-¿Qué?

-¿La verga linda?

-¡Soez!

-Prosaica

-Cerda.

-Pelada.

-Qué fuerte Maja. Estableciste un lazo íntimo, amiga.

-¿Cómo? ¿Ya me enamoré de plano?

-Tarada.

-Medio puerca, más bien.

-¿Y?

-La tiene linda, Güera. Hasta en eso me gustó.

-…

-Ok. Está peludo

-…

-Ok. Estoy adolorida.

-…

-Ok. Güera. Tengo la pucha adolorida.

-Jajajajajaja

-Tarada

-…

-Punto para los depilados, Güera. ¿Contenta?

-Si Maja. Una verga debe estar depilada.

-Aunque se vea fatal…

-Depilada.

-¡Ja!

-¿Y?

-Y… ¿qué?

-¿Lo vas a volver a ver?

-Espero que si. Me encantaría enamorarme.

-Pero…

-Muy joven, muy ñoño. Muy Lindo.

-…

-…
-¿Oye?

-¿Qué?

-¿Y El Pibe?

-Desaparecido.

-Todos son iguales amiga.

-Me cogió y se esfumó. Así nomás.

-Patanes de mierda.


Nuestras carcajadas se escuchan por todo el lugar. Nos miran de todas esas mesas que están ocupadas de parejas jovenes, familias lindas y perritos bien educados sentados muy derechitos. Nuestra última carcajada estridente se desvanece en el aire.

Enfrente de nosotros camina por el corredor un señor bien vestido. Foulard al cuello, Blazer azul marino, pantalones beige y unos mocasines a tono con su atuendo. Un bombón de revista con el cuello de la camisa tan almidonado como su mirada tiesa.

Detrás de él, camina su familia. Su esposa que parece que no se ha pasado un cepillo en días y que su atuendo, da la impresión, es el único posible. Desvencijada y olvidada, empuja una carriola último modelo con un bebé adentro, carga en un brazo y apoyada en la cadera a una pequeñita bien vestida y de bucles perfectos, y apura a su hijo mayor, otra monadita de 8 años, que ya es una calca del padre –de tan guapo y saludable- y que se ha quedado rezagado. El apuesto marido, tan erguido y ausente ni siquiera parece darse cuenta que atrás de él camina desarbolada  la mujer que parece le ha entregado la vida entera y que sin ayuda, hace malabares sin perder de vista a ninguno de sus bolos.


-Están en el Hoyo, Maja. –Suspira mi amiga sin ánimos de reir.

-Algunos Güera. –digo sonriendo, al tiempo que apuro el último sorbo de un espresso amargo y dulce como esa mujer que mira perdida hacia ninguna parte.

 A mi cel. acaba de llegar un mensaje. Es El Pibe.

Y leo en voz alta:

“Hola Bombón. Quiero verte. ¿Cuándo podés?”

martes, 7 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Fuck like a pornstar (y 2)


Completamente desnuda camino hasta la cocina, abro el refri y saco dos cervezas más. Cuando giro para encontrar el camino de regreso, Muy Lindo está detrás de mi. Me apoya contra la pared fría, me quita las botellas de las manos y me muerde el cuello, me lame un hombro. Me mantiene así, inmóvil. Una botella helada me recorre la columna, me estremezco, respingo un poco y lo escucho gemir complacido. Con la botella helada dibuja los costados de mi cuerpo, baja por mis nalgas, regresa a mi cintura; con la lengua y con su aliento entibia de nuevo mis poros y acelera mis gemidos.

Me hace girar, una de sus manos me aprisiona las muñecas extendidas sobre la cabeza, mi espalda contra la pared, su torso cerca de mi pecho. Me recorre con los ojos, muy despacio, de mi boca al vientre y más abajo. Apoya una de sus piernas contra mis muslos. No me puedo mover. Sus ojos están fijos en mis labios, saco la lengua, me chupo, lo provoco. No me quiero mover.


Se acerca despacito a mi cuello y lo siento respirar agitado. Detiene su boca a un milímetro de mi piel gélida. Me libera un brazo y con una sonrisa me muerde la parte interior del codo y en un suspiro me promete todo. La punta de su lengua sube muy despacio por mi brazo y se detiene en mi axila. Recorre ese cuenco con toda la lengua. Me hace cosquillas y le pido que siga. Le suplico que no se detenga.


Me separa por fin, de la pared, me toma entre los brazos, me levanta y me encaja en su cuerpo, sin mayor esfuerzo. Una de sus manos me sostiene del cuello, con la otra me abraza las nalgas y me aprieta contra su cadera. Me penetra con fuerza y ritmo, como si bailara. Me intuye, estoy cerca de un orgasmo. Me cuelgo de su cuello y le hundo mi lengua en la piel húmeda de sudor que brilla. Mis manos resbalan en su pecho, en su espalda. Tiene la vista nublada de deseo, sus ojos en los míos me adivinan.
Enroscada en su cuerpo camina seguro hasta mis sábanas sin dejar de acariciarme.


Me pone en cuatro sobre mi cama, se acomoda detrás de mi. Me jala los rizos y se acerca a mi boca a besarme de nuevo.


En esta madrugada de domingo, el alba se ve lejos. El deseo nos languidece y nos apura, nos amamos con urgencia, sin pausas. La noche parece eterna.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Fuck like a pornstar (1)


Un minuto antes de que suene el timbre, este lugar ya tiene una apariencia digna y presentable. No hay libros fuera de su lugar, las naves Lego ya ocupan su galaxia fuera de mi vista y de mi escritorio he quitado platos, vasos, tazas y un cenicero hasta el borde de colillas. Me dio tiempo de elegir una playera que deja a la vista clavícula izquierda y derecha y unos jeans que ya vieron sus mejores días pero que resultan atractivos para una noche de sábado en casa, re coquetos, llenos de hoyos y rasgados. Son mis jeans favoritos porque son mis jeans de la suerte. 

Al segundo juego de beis le resta media entrada y yo bajo apurada a abrirle a Muy Lindo que lleva un par de minutos esperando. Cuando abro la puerta  da dos pasos hacia mí y me besa muy cerca de la comisura de los labios;  yo giro el par de centímetros necesarios para tener sus labios sobre los míos y lo beso sin recato. Sonríe, yo también sonrío. Y esta sonrisa que es capaz de provocarme, va a adornarme la cara por el resto de la noche.

Seguimos boca sobre boca en el ascensor, nos separamos apenas para que yo abra la puerta y seguimos abrazados hasta llegar a la pantalla de mi compu donde el juego está a un out de terminar. Estoy a punto de desconectar la transmisión pero Muy Lindo me pide que la deje y en un acto cómplice comparte conmigo los minutos restantes de este juego que por cierto, parece perdido.

Destapamos un par de chelas, ponemos música,  y nos acomodamos de frente a la Diana, listos para el torneo de dardos. Ocho de sus nueve tiros van directo a la pared, me burlo un poco. No sabe jugar. Mis tiros, por el contrario, resultan bastante certeros. Soy buena y lanzo con tino, me concentro. Muy Lindo aprovecha mi silencio, mi vista fija en el centro rojo diminuto a dos metros de distancia, y con mucho cuidado respira en mi nuca. Me sopla en la oreja, intenta  hacerme perder la concentración. Me susurra muy quedito: Party like a rockstar…no le hago el menor caso, Live like a moviestar, me hace reír, lanzo un dardo –un doble en el 17 que son dificilísimos- le rodeo el cuello con el brazo derecho y mientras lo beso, con toda mi lengua dentro de su boca, mi mano izquierda baja por su columna  muy despacio y con las puntas afiladas de los dos dardos que aún sostengo le dibujo una línea que termina en la parte más baja de su espalda.


Consigo arrancarle un gemido.


En el edificio de enfrente hay un par de ventanas iluminadas. Jugamos con la idea de que alguien podría vernos. Me quita la camiseta con cuidado y me susurra de nuevo como una promesa: 
Fuck like a pornstar.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Sábado

Este sábado ha sido lindo. Ultimamente mis días han sido lindos; todo luce teñido de una patina linda. Y es que tengo dos días enteritos para mí, para hacer lo que yo quiera y lo que quiero es ver a Muy Lindo.

La mitad del día se me ha ido en nada. Mi casa es un caos, la cocina es como una postal de Bagdad. Creo que todos los platos están sucios, los vasos igual y antes de lavar uno, prefiero tomar agua o leche en un plato hondo. Eso, con tal de no lavar trastes que es la actividad que más detesto en la vida y que tendré que hacer antes de que el Majito regrese mañana.

Hoy hay cartelera doble de beis. Dos juegos seguidos de mi equipo. El primero empezó a media tarde y yo lo sigo, instalada en una mecedora, con la pijama aún puesta y mordisqueando una de las galletas que el Majito dejó en un plato.

A mi celular llega un mensaje:

“Preciosa, fue tu cumpleaños y también el mío. Quisiera celebrar contigo y tomarnos una copa”
Es el Ingeniero. ¡Qué lindo! ¡Ja! ¿Perderme un juego de beis por una copa? No, ni loca.


En la octava entrada del juego, la ventanita del chat brinca en mi pantalla, Muy Lindo me saluda:

Hola señora guapa. Que haces?
Respondo que veo el juego. Le pregunto cómo está. Sonrío. No incluyo “¿Nos vamos a ver?” Nada de parecer impaciente.

Estoy en el dentista, escribe. Me duele una muela, añade.
¡Pobre! ¿Inhabilitado para besar?
Jeje. Cuánto me caga que me respondan con un jeje.

Pasan dos minutos… yo no respondo nada. Espero.

No, como crees? escribe.
Ah.
Y qué estás haciendo?
¿Qué no me preguntaste lo mismo hace 3 minutos?
Ya te dije, estoy viendo el juego de beis.
Tienes plan al rato?
No. Hacemos algo?

Pasan dos outs más y el corte a comerciales antes de que responda:

Está muy chistoso esto del dentista, como que me está doliendo. Y si te busco al rato? Es que no sé como me voy a sentir.
Va. Buscame al rato.

Es un ñoño este. Ya se me había olvidado cuánto. En 20 minutos de chat no pasó nada y si nos vemos al rato, yo tendría que correr a la regadera a bañarme para tener tiempo de que se me sequen los rizos. Con la posibilidad latente de que no nos veamos. Buenísimo. O sea, mierda.

Una hora después Muy Lindo me vuelve a buscar en el chat:

Ya mero salgo. Bueno como en una hora…
Y te duele mucho? Ya me pegó lo ñoña. Mierda. Sacudo la cabeza y escribo:
Bueno, nos vemos? Qué quieres hacer? Vamos al cine? Me invitas a tomar algo a tu casa?
Jeje. Estaría
Estaría qué?
Es que vivo con mi roomie y no va a salir y tenemos el depa medio desordenado.

La idea de otras sábanas como las de El Pibe, me horroriza. Ni hablar. Me juego una última carta:

Te invito a mi casa a jugar dardos. Te late?
Jeje órale, suena bien. pero te aviso al ratito porque todavía no salgo del dentista.

Ya me cansé. Todavía no llegamos a nada y ya me cansé. Me lleno los pulmones de aire, le pido al cielo un poco de paciencia y escribo:

Va. Sólo avísame, ¿ok?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Muy Lindo: Una noche de estas.


De pronto, tengo prisa por verlo de nuevo. Me gustaron sus besos, me encanta como sonríe; me gusta que se haya decidido a buscarme. No entiendo muy bien porque esperó tanto, lo que importa ahora es que lo hizo, y que nos vamos a ver pronto. Cualquier noche de estas.


Pero yo no me puedo escapar cualquier noche de “éstas” a echar novio. El Majito tiene un montón de lecturas pendientes y salvo que el trabajo me obligue a estar fuera de casa, me gusta estar con él y acostarlo, leerle en voz alta, abrazarlo hasta que se duerme. Madre al fin y firme en no soslayar la mejor parte de mis días: mi crío.


Suspiro frente a mi compu. y me dedico un rato a alimentar y adornar las expectativas de catre con este Macho Tierra (Tauro-Virgo-Capricornio). Escucho música, el juego de beis hace un rato que terminó. Consulto lo escrito en el cuadernito:
Etapa de mucha armonía. Triunfo financiero. Un viaje corto. Período de renovación, un posible cambio de casa y mucho trabajo.


El Tarot no miente. Hoy me llamaron para un proyecto nuevo. Un documental. Me entusiasma porque tengo libre el camino para recorrerlo como yo quiera; hay que seguir un guión si, pero me ofrecen la libertad de hacerlo casi, como me venga en gana.
Muy Lindo parece muy ocupado con sus proyectos también. Es lo que me ha dicho en un par de chats de tono bobalicón, por lo menos, sin emoticones.

Quedamos en vernos el siguiente sábado que tenga libre.

: )

martes, 30 de noviembre de 2010

Muy Lindo: De besos y café.



Pasamos las horas que le quedan a la tarde en una terraza interior de un lugar divino en Francisco Sosa. Yo pido un cappuccino, él se toma dos espressos. La charla gira en torno a temas comunes, osea, trabajo y el medio que nos es común. Alucino un poco hablar de eso pero no hay de otra, lo conozco muy poco en realidad y no soy de las que dispara preguntas de índole personal.


Me platica un poco de su ruptura matrimonial, aunque en realidad no se extiende casi nada, es un alivio; yo no pregunto de esas cosas porque no me gusta que me pregunten a mí. Es una idiotez, lo reconozco, porque, ¿Cómo empieza uno a conocerse si no es navegando aunque sea un poco, por esos temas escabrosos? Pero a mí me interesa su boca, no sus intimidades. ¡Ja!


El lugar se vacía poco a poco. El encargado, que hace las veces de mesero y cajero termina de limpiar mesas, voltear sillas, apagar luces. Está a punto de echarnos. Se acerca con la cuenta, el chico lindo la paga y me sonríe.

Se levanta de la silla, me rodea con los brazos y dice:

-Tu regalo. -Acto seguido me besa en la boca y me abraza con fuerza. Y lo beso y me encanta.


Damos 15 pasos hacia la salida, nos detenemos de nuevo a besarnos. Lo hacemos en cada cuadra, en cada esquina, bajo cada farol que encontramos mientras caminamos de regreso a mi oficina.


Eso, como noviecitos de secundaria. Con sus brazos me atrapa, me arrincona contra  un árbol y me besa. En algún momento me siento en ebullición porque mi beso de respuesta va acompañado de una mordida suavecita, de las que se me escapan cuando la boca de alguien –y sobre todo sus besos – me gusta  mucho. En la punta de la lengua tengo el sabor como de óxido y de olvido que tiene la sangre. Le hice daño y me siento muy apenada. Bueno, muy no, pero algo, si. El se ríe, me separa de su boca, se busca la herida con la lengua y me besa de nuevo.


Me acompaña de regreso hasta la puerta de mi oficina, otro beso largo. Estamos muy cerca de la despedida que trato de alargar con mi boca. Llevamos un rato así, en la noche apenas despuntando, besándonos como a escondidas, frente a la puerta del lugar donde trabajo.


La vecina llega con su coche, se baja a abrir el portón, me extermina con los ojos. Yo sigo en el delirio, abro los ojos, me encuentro con esa mirada casi furiosa que parece decir: Garlopa, Zorra, Casquivana. Yo le sonrío con toda la generosidad de mi ser. Me encantaria decirle también “¿A poco a usted no la besan así?”

El chico lindo hace un gran esfuerzo para apartarse de mi boca, me recorre el cuello con los dedos en una caricia casi malintencionada, se acerca a mi oreja, me mordisquea un poco y cuando logra sacarme un gemido ronco me dice:

-Espero verte pronto, una de estas noches.


Gira y se aleja sin voltear la cabeza. Yo apoyada en la puerta suspiro.

Es muy lindo. Muy.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Machín Patán: Mensajes de cumpleaños.


En la bandeja de entrada de los mensajes en Facebook, leo uno con particular atención. El remitente es un chico que conozco desde hace varios años. Nos gustamos desde entonces y durante los meses en los que ambos trabajamos para la misma empresa tuvimos muchos intercambios de miradas coquetas y frases que rayaban en lo atrevido. De boca pa’ fuera.

Nunca fuimos más allá; él vivía con su chica, un tiempo después se casó con ella y 12 meses después me enteré por él mismo, que se divorció. Pobre.

Una vez de regreso a su soltería, me buscó un par de veces en el chat; nunca llegamos a nada tampoco. Coqueto sí, nunca se atrevió a invitarme a salir. Un ñoño redomado con el que me cansé de ser sutilmente directa. Después de un último chat lleno de monosílabos, emoticones y diálogo a base de “orale” “jeje” y “ah chido” lo borré. No bloqueado, sólo borrado. Enemiga soy de perder el tiempo.

El mensaje que leo ahora, tiene otra intención sin embargo. Me pide la dirección de mi oficina para hacerme llegar un regalo.  : )

Le respondo con indicaciones precisas y en esta tarde, un día después de mi cumpleaños, está afuera en la puerta esperándome para invitarme un café.

¡Qué lindo!

martes, 23 de noviembre de 2010

Machín Patán: De regreso a Facebook.



Hoy es lunes. Es mi cumpleaños. Tengo todavía adherido en la piel, el olor sospechoso de las sábanas de El Pibe. Sonrío. Ayer me pasé una tarde espectacular con tres de mis amigas más cercanas y todas pusieron la misma cara de horror cuando les narré la historia de la gatita y la ropa de cama que NO era de algodón. Solidaridad de género sin duda y de mujeres que cuidan sus casas –o por lo menos sus camas- como dios manda.

Es lunes y por ser mi día festivo soy complaciente conmigo misma y no puteo al inicio de semana que tanto detesto. Hace unos días regresé a Facebook con la intención de averiguarle el signo del horóscopo a Machín Patán. Sin éxito. No es mi amigo en FB y a esa información no tengo acceso. Tampoco se trata de mandarle una solicitud porque no lo querría husmeando en mi perfil, el cual –confieso- es aburrido como una misa entre semana. Ni hablar.

Lo que realmente me pone feliz es la cantidad de felicitaciones que recibo. De amigos, conocidos y extraños. Son un montón de buenos deseos así que con el ego inflado como un globo de Cantoya, hago click en el Chat para saludar al Machín Patán de rizos hirsutos que sigue gustándome tanto.

Y sin empacho le escribo que es mi cumpleaños y que quiero que me felicite. Me felicita. Doy las gracias y aprovecho para preguntar cuándo es el suyo. 10 de Diciembre, escribe.

Machín Patán es un Macho Fuego (Aries-Leo-Sagitario).

Regresa en 14 días y Sylvia la del Tarot, profeta de mis asuntos de catre, me vaticinó una tarde con él.


¿No es fantástico?

jueves, 18 de noviembre de 2010

El Pibe: Sexo a domicilio (y 3)




-¡Bombón! En 10 minutos llega la comida. –grita El Pibe desde algún lugar de su departamento. –Tenés hambre, ¿no?

No respondo. Sigo tendida en la cama sin el menor deseo de moverme. No creo tener fuerzas ni para levantarme. Me tiemblan las piernas, me pesan los párpados, seguro mi presión arterial raya en el cero. Noqueada.

-¡Qué! Ya no resistes nada Princesa, sos una viejita. Muy hot por cierto. –Una sonrisa se asoma desde la puerta.

-Tarado, boludo. Estás igual que yo, ni te quieras hacer el canchero conmigo ¿Qué no ibas a cocinar, por cierto?

-¿Cocinar? ¿Para qué? Prefiero tocarte otro rato, te pedí doble postre. Dulce de leche. Anda, vení conmigo. ¿Querés fumar?

-Me pediste postre doble para comerte la mitad.

-Dale, vení ya. ¿Vemos una peli? –Me levanto y me dejo caer de nuevo en el hueco que me hacen sus brazos. Me pasa una frazada sobre los hombros y me besa otra vez.

Acurrucados en el sofá, comemos, fumamos, nos ponemos re pachecos. Nos besamos, nos reímos. De la peli no entiendo una jota. No importa. Este exceso de comida -Gula-, sexo –Lujuria- y mota –¿es un pecado capital, la mota? resulta la mejor manera de festejar mi cumpleaños que está a la vuelta de la esquina.

No sé si es el dulce de leche o sus manos en mis piernas. El corazón lo tengo a mil de nuevo. Lo beso por todos lados, desde los hombros hasta el vientre. Pienso en lo fácil y cómodo que sería enamorarme otra vez, de su risa y de su cuerpo.

Sonrojados, temblorosos, jadeantes. Con ganas de más. Seguimos. Del sofá a su cama de nuevo. Yo debajo, yo encima, él debajo, muy dentro de mí. Le falta el respiro y me resisto a darle tregua. Me monta, me vengo, lo monto. Me besa, lo muerdo.

Hace un rato que ya es de noche. El Pibe tendido boca abajo, duerme. Yo dormía hasta hace un minuto, una caricia de pelo suave me hace abrir los ojos. Mika sale de entre las sábanas, me ronronea en la nuca y se acomoda enmedio de los dos.

Me volteo, miro la luz color ámbar que se cuela entre los huecos de la persiana desde la calle. Mika me pasa por encima y se acomoda frente a mi cara, a lamerse con sosiego y lentitud, una pata. ¿Sabes Mika que no me gustan los gatos? No me lo tomes a mal, ¿eh? No los odio, pero no me gustan, así que no pretendas que te acaricie. Me giro de nuevo y cierro los ojos. Es inútil, no puedo dormir. No sé cuanto falta para que llegue el día, pero me vienen unas ganas incontrolables de salir corriendo. Estoy desnuda en unas sábanas que no son de algodón y que por el olor, diría que no han sido lavadas en semanas y comparto la almohada con un gato. Buenísimo. Qué poco me importó hace unas horas en las que estaba hasta dispuesta a enamorarme de nuevo. ¡Ja! No puede faltar mucho para que amanezca. El Pibe duerme con tapones en los oídos así que no hay ruido que le asuste el sueño. Tan desapegado como siempre. Tan volátil como de costumbre, tan Aire él.

Pienso en mi amiga Matilde (antes Lau) quien sostiene que a los “Ex” hay que dejarlos en el archivo muerto, en el pasado y en este momento le doy toda la razón. Quiero mi cama y mis sábanas exquisitas de algodón que huelen a jabón, recién planchadas.

El Pibe abre un ojo, me sonríe, mira a Mika acurrucada en mi cabeza, la toma con cuidado y la abraza. A Mika, a la gata.  ¿No es linda? dice en un susurro antes de dormirse otra vez. 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Pibe: Sexo a domicilio (2)



En su recámara hay una silla, metálica plegable, como de cantina. Lo hago sentarse en el borde del asiento, con la columna como una tabla inclinada hacia el respaldo. Mis manos se apoyan sobre sus hombros, mi pelvis encaja perfectamente en la parte más baja de su vientre y las puntas de mis pies se apoyan firmes en el suelo, de manera que puedo controlar el vaivén de mi cadera.

Mis rodillas apuntan hacia afuera, desafiando tendones y músculos. Y mi centro, la línea vertical que baja desde mi cielo hasta mi entraña, lo abraza con fuerza.

Me sostienen sus manos firmes puestas en la parte baja de mis nalgas. Me detienen de tanto en tanto. Llevamos un buen rato así, meciéndonos, respirándonos encima. Lo miro gemir y cabalgo al viento; hasta quedar sin respiro.

Me jala los rizos detrás de la nuca reclamando mis ojos ausentes en los suyos.

Quiero verte venir, dice. ¿Así?, respondo de muy lejos antes de desplomarme en su cuerpo que arde y se sacude, salvaje… 

Afuera nos sobra la tarde.

Quiero verte venir, le pido. Me recuesta en la cama, me monta, me complace.

martes, 16 de noviembre de 2010

El Pibe: Sexo a domicilio (1)




Mika y yo nos miramos de frente, en silencio; desde hace varios minutos. Quiere jugar tal vez. Yo miro hacia la ventana. Se acerca un poco a donde estoy y la ignoro. Se acerca un poco más. Sigo indiferente. Ni se te ocurra, pienso. Busco en mi bolso algo con qué entretenerla y con un par de notas del supermercado le hago una bolita de papel que le aviento lejos para distraerla. Sin caer en la trampa, avanza un par pasos con cuidado, hacia mí. Si estiro una mano podría tocarla, pero eso no va a ocurrir y ella lo sabe.

En ese momento, la puerta del baño se abre y El Pibe sale con el torso desnudo magnífico, donde le brillan todavía un millón de gotitas de agua. Se cuelga la toalla en los hombros y me sonríe.

-¿No es divina? – dice.

-¿La gata?

-¿No te encanta?

-Si, muy linda. ¿Sabes que pensé en traerle un ratón?

-¿Cómo un ratón? –pregunta perplejo, sin entender.

-Si, de esos que venden en las tiendas de mascotas. Lo pensé porque estaría bueno verla jugar con un ratón de verdad, ¿no? A los gatos les gustan los ratones.

-Pero lo va a matar en dos segundos, Maja. – Me mira levemente horrorizado.

-Pues si, de eso se trata, ¿no?

-Sos macabra.

-¡Ja! ¿Me vas a cocinar? – le pregunto al tiempo que me incorporo y me acerco hasta alcanzarle un hombro con la boca.

-¿Me vas a ayudar?

-Por supuesto que no.

-Sos una princesa.

-Te recuerdo que está discusión ya la tuvimos alguna vez…

-¿No me podés ayudar, al menos llevando tu plato a la mesa?

-No Pibe lindo. Yo soy la que atraviesa la ciudad en auto. A veces con tráfico. Tú en cambio,  sólo tienes que abrir la puerta para tener sexo a domicilio. Lo justo es que cocines y no te quejes. Y yo te beso ¿te late?

-Dale.

-¿Me vas a cocinar?

-Te voy a coger hasta que pidas esquina.

Mi boca se hace besos en la suya. La toalla que le cubría los hombros sale volando; un maullido muy leve me dice que la pobre Mika ha quedado debajo. 

Tenemos la tarde infinita por delante y me da mucho gusto y gozo, estar aquí.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El Pibe: El Puente de las Fiestas Patrias.




Es viernes y estamos a la mitad de este Puente Patrio eterno al que no se le ve fin. Dichosos esos que escaparon de la ciudad y jubilosos los que nos quedamos en la espera de que esto termine algún día. Menos mal que El Majito, amante de la equidad decidió pasar la mitad de sus minivaciones con su padre. Antes de ello, yo he cumplido con la labor. El grito, trepados en una cabina telefónica en Coyoacán y el desfile con el sol cayendo a plomo sobre Reforma, encaramados en un puesto de periódico. No solo soy una madre permisiva sino entusiasta. Bien por mi, me digo, con un dejo lastimoso más que de orgullo.

El Pibe ha llamado toda la semana y yo termino cediendo, de nuevo. Sin tráfico el trayecto a su casa es una delicia. Me estaciono, bajo del auto. Toco el timbre y en segundos El Pibe está en la puerta radiante y feliz. Su mejor amiga está de visita y se ve nervioso porque la voy a conocer. Para el agrado de todos, nos caemos increíblemente bien. Platicamos de cuanto se nos ocurre; hasta de novios y amantes y cuando El Pibe no resiste más que lo ignoremos, me saca de su casa a la fuerza para invitarme al cine. Esta es una de esas raras ocasiones, en las que no habrá sexo. Lo cual, para variar, encuentro muy divertido.

Llegamos a tiempo al cine y encontramos buen lugar en  la sala que en minutos estará atiborrada. Viernes de Puente. El Pibe me ofrece alguna golosina y yo acepto un chocolate y una botella de agua. Me complace que se comporte como un caballerito conmigo, solícito y atento.

Cuando regresa trae en las manos palomitas y refresco. Para los dos. No, no es un caballero, es un tacaño. ¡Ja! Patán.

Con su mano atrapada entre mis muslos, comienza y termina la película. Mi mano apoyada sobre la suya. Más de 90 minutos de caricias y roces ligeros; un contacto físico, íntimo. El gesto de dos que se quieren.
Subimos al coche y antes de salir del estacionamiento me pide vernos mañana de nuevo, la amiga fantástica tomará un vuelo en la mañana, así que podríamos pasar la tarde juntos, como antes. Me invita a pasar la noche también. Parece que algún bicho exótico lo picó y parece que me contagió porque sin pensarlo demasiado y con alguna reserva, acepto.

Lo dejo enfrente de su edificio, me besa un rato antes de bajar del coche. Cuando me alejo todavía sonriendo, caigo en cuenta de que El Pibe es un Macho Aire (Géminis-Libra-Acuario) y que al lado de esa anotación- recuerdo-, también escribí en mi cuadernito: Unión de pareja, permanente.


Mis ojos miran al cielo para elevar la plegaria: ¡Dios mío, no! ¡El Pibe no! ¡Piedad.! 

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Aviso.

Lamento mucho esta ausencia que de ningún modo ha sido por gusto. Ocurre que tengo una tonelada de trabajo encima, muchas deudas, un hijo prodigioso que reclama para si el poco tiempo libre que me queda y el duelo aún de que mi equipo de beis fue eliminado en la serie de campeonato. : (

Regreso el lunes. Prometido.

Los extraño.

jueves, 28 de octubre de 2010

Machín Patán: Desde lejos

Ahora sí. Espero. A Machín Patán le quedan dos días para responder, atreverse o mandarme por un tubo; a mí y a mis negras y honorables intenciones.

Un pajarito me envió un msm hace unos días; Machín Patán está de viaje, fuera del país; pero una ventana del Chat se abre. Finalmente. Antes de la fecha límite.


Hola tú
Hey!
Oye?
No creas que me desaparecí
bueno la verdad si, estoy en Madrid
regreso el 5 de octubre

Bueno… pues
espero verte cuando regreses
Claro! Te mando besos

¡Qué estúpida soy! La ventana se cierra antes de que me asalte la urgencia de preguntarle su fecha de nacimiento. Mierda. Es hora de regresar al Facebook y averiguar si Machín Patán es el Macho Fuego impreso en mi destino.
No se ha arrepentido y eso me pone radiante. Mi mente vuela, mis fantasias se disparan de nuevo. Cierro los ojos y cabalgo un rato.
Un mensaje en mi celular interrumpe mi vuelo.

El Pibe. “Hola Bombón!, cuándo te veo preciosa?”

¡Ay! Pibe...

martes, 26 de octubre de 2010

El Pibe: El Tarot no miente (hasta ahora)

Cuando regreso a mi oficina encuentro a Loui –mi joven colaborador-, solo. Ya se han ido todos, parece. Desde la puerta miro hacia arriba, al tapanco que compartimos y exclamo a toda voz, conocedora y orgullosa de mi destino:

 -¡Dicen las cartas que sí me voy a acostar con Machín Patán!

-¡Ay Maja! Yo te hubiera dicho lo mismo. -Y se ríe a carcajadas.


Levanto la tapa de mi computadora y en mi buzón hay un correo de El Pibe.

Escribe entre otras cosas, que nos veamos de nuevo, que por favor no lo odie, que no me enoje, que fue la tarde más excitante del mundo.


Fue la tarde más excitante del mundo.

¿Cómo lo voy a odiar si no he podido sacármelo de la cabeza? No tiene ni la más pálida idea de cuánto lo he pensado. No sabe que su recuerdo, el recuerdo de  sus manos, o su manera de moverse contra mi cuerpo me han robado el poco sueño que me quedaba. O la cordura. Este tarado me robó hasta la razón.


¿Lo repetimos? Dice más adelante en su mail. Tarado, estúpido. Boludo de mierda. No lo odio pero un poco si. ¿Porqué no pasa más rápido esta semana? ¿Porqué no sé nada de Machín Patán? ¿Porqué cuando recuerdo a El Pibe, Machín Patán invade mi mente? Me invadiste el alma, al grado de la locura. Eso es lo que quisiera decirle. Pero no sé a quien.

Mi respuesta, lo más parca posible:

No te odio Pibe. Besos.

Al ratito me llama mi amiga Cris:

-¡Majita! El Fonca nos aprobó los fondos para el Documental. ¡Hoy salió publicado!

Un proyecto acaba de cristalizar, como bien dijo Sylvia.

lunes, 25 de octubre de 2010

El Pibe: Miércoles con Sylvia.


Mi amiga La Güera consulta todos los oráculos posibles y hasta donde sé, de todos obtiene respuestas. Me refiero a respuestas certeras; y como yo también quisiera algunas, cuando me llama para proponerme una tarde con Sylvia –la del Tarot- digo que si. Buenísimo. ¿Cómo resistirse a que a una le digan las cosas lindas del porvenir? ¿De mis probabilidades de buen sexo? De sexo que navegue claro en el horizonte, hacia mí. ¿La historia del que aún no conozco, pero que puede trastocar mis días? A mí las cartas que cantan temas de Índole Amorosa, me ponen a bailar.

Además suelo llevar un cuadernito para anotar algún dato sobresaliente y sobre todo porque realmente disfruto cuando Sylvia empieza su discurso con su frase genial: Si bueno bien entonces, y la escribo siempre.

Dispone de las cartas, las acomoda sobre la mesa, está a punto de referirme el panorama de mi destino.

-¿M o S? ¿Conoces a alguien con esas iniciales?

-No.

-Aquí aparece un Macho de Fuego que regresa a tu vida. ¿Sabes quién es? Fuego: (Aries-Leo-Sagitario)- dice acuciante como si con esa información yo pudiera responder con certeza.

-No. Mierda. La Güera quiere darme un codazo y con la mirada pregunta: “¿Machín Patán?”

-No sé Güera. No sé que signo es. -Sylvia interviene: -¿Cómo no sabes? ¿Qué no te sabes el cumpleaños de tus amigos? ¿Y así se llama? ¿Machín?

-Es que no es mi amigo, es un posible amante y no se llama Machín, así le digo. - El enigma de la M  o S aún sin resolver.

-¡Ah! –responde. -Aquí se ve, muy claro… ¿segura no sabes quien es?, si bueno bien entonces…pero qué buena eres para el catre, ¿eh? – Así dice.

El catre. Qué cutre y ralo suena eso. El catre. Con La Güera utiliza el término encantador: “Camitas de Amor”. Conmigo el catre a secas. La sonrisa se me ensancha, hasta inflo el pecho. Buena pa’l catre. ¡Ja! Hasta se oye bien.

La lectura continua y nada parece hacer sentido. Aparece por ahí un Aire :(Géminis-Libra-Acuario) al lado de problemas jurídicos (!?), y con quien se supone podría existir una unión de pareja definitiva. (!?) Porque aunque yo lo niegue y sea la carta de El Ermitaño, la que me define, anhelo en el fondo el amor. El Amor Permanente. Así dice. (!?) ¡Mierda! Tan bien que íbamos. Luego me acusa de soberbia y ve con malos ojos esos visos de perfección que me distinguen.(!?) Y Como no he puesto en práctica el intelecto –así dice, - y vivo en el letargo –porque soy insomne, quiero aclarar,- empieza a recorrerme una sensación que escuece. Me siento una tarada redomada. Sin embargo, prosigue a toda velocidad, este es el comienzo de un período de renovación muy importante; de aquí a 2 meses. Un  posible cambio de casa, algo de recuperación financiera y hasta un viaje. Prefecto, pienso. Ya valió la pena la consulta.  Aquí sale otro Macho. Un Tierra: (Tauro-Virgo-Capricornio) unido a una etapa de mucha armonía y de mucho trabajo porque van a cristalizar un par de proyectos. Ya ni siquiera me pregunta si conozco al Tierra. Mucho menos signo por signo. A ver si aprendo a preguntar después del saludo : “¿Qué signo eres?”

-¡Qué bárbara! ¿Porqué tus machos regresan a ti? Entonces bueno bien, aquí aparecen varios, que estuvieron contigo en el pasado y que regresan todo el tiempo. Aparte de los nuevos. ¡Cuántos catres se ven aquí! (!?)

-¿Cuáles machos?

- Un Macho Agua: (Piscis-Cáncer-Escorpión)

-¿Del pasado?

-Del pasado y uno del presente.

-Pues ya que aparezcan, ¿no?


Finalmente llegamos a la parte de las preguntas y lo único que quiero saber es sí voy a tener una tarde con Machín Patán.

-Si. Y vas a vivir llena de pasión todo el tiempo de Escorpión. O sea Noviembre.

Y falta tanto.

jueves, 14 de octubre de 2010

El Pibe: En trance.



Mi celular repiquetea con insistencia. Parece sonar desde muy lejos. Tal vez suena desde muy lejos porque todo a mi alrededor es bruma; y también es silencio. Abro los ojos un instante y antes de cerrarlos de nuevo, el teléfono suena de nuevo y me saca de esta burbuja. Me sacude del trance. En realidad estoy atrapada dentro de mi auto en medio de la nada, en el limbo: en el tráfico.

Despacio, agito todo lo que hay adentro de mi bolsa, encuentro mi teléfono y contesto. Desde el otro lado de la línea escucho a mi amiga La Güera decir:

-¿Maja? ¿Estás bien? ¿Cómo te fue?

-¿Güera? ¡Estoy atorada en el puto tráfico! No, no estoy bien. Este hijo de puta me echó de su casa…
-¿Cómo?

Y yo quiero explicarle todo pero de mi boca sólo salen balbuceos y frases inconexas. La junta de las 6:30, no entiendo nada, ni siquiera sé donde estoy, ya te lo había dicho Princesa, ¿a las 6:30?, mi mente trata de bordar imágenes que recuerdo de hace unos minutos. Yo detrás de El Pibe, detrás de su sombra, como un cachorro al que están por abandonar, siguiéndolo por toda la casa y repitiendo como un lamento: No me quiero ir. Odio tener que irme. Es que ya va a empezar el partido. No sé donde está mi ropa. ¿No me puedo quedar hasta que pase el tráfico y ver el juego aquí?

El Pibe, energético y volátil como un gas venenoso, persigue a Mika la gatita que tiene secuestrado mi brasier  y que escondió en algún lugar del departamento. Aquí esta, dijo. No me andes dejando tu ropita interior Princesa. Hijo de Puta. Esas manos que ahora sostienen mi bra rosa cursi de encajes, sostenían hace unos minutos, mis gemidos y mis lamentos. Sostenían la tarde afianzadas de mis flancos, como ganchos a los lados de mis caderas. Las manos que desde algún lugar cercano envían un mensaje a mi celular. ¿Hay mucho tráfico Bombón? ¿Me perdonas?

Afuera de mi, más allá del parabrisas y las ventanillas, un millón de vehículos estacionados en la avenida generosa de 5 carriles. Yo veo una hoguera de leña verde, a la mitad de Masaryk, con El Pibe envuelto en humo y llamas. Te odio tarado. Nadie se mueve, nadie avanza. Busco con la mirada al conductor del auto a mi izquierda. ¡Por favor señor! ¿Me deja pasar? Tengo que salir de aquí a como de lugar. Veo a este Pibe montar su bici, sonreír de nuevo feliz, mandarme besos con las manos y alejarse. Va de camino a la junta de las 6:30. Sonrío.



45 minutos y 4 kilómetros después tengo frente a mi, una copa de vino en la que pretendo ahogar lo que me queda de tarde. Me la ofreció la pareja sentada en la mesa de al lado. Recupero lo que me queda de respiro. Estoy en una terraza linda de la Condesa,  Abro mi compu, sigo el juego. Pienso en El Pibe. Pienso en cuánto me gustaría que Machín Patán me lo hiciese así, como El Pibe.

martes, 12 de octubre de 2010

El Pibe: Martes (y2)


Y lo que sigue no es más que la repetición de lo que muchas veces antes, me hizo. Sus manos sobre mi cuerpo, sus dedos buscando por dónde entrar, torpe, medio bruto o más bien tosco. Me prometió su lengua y eso es lo que hace, pero el sexo oral nunca ha sido su fuerte y en esta tregua de más de dos años tampoco aprendió; y yo que navego entre la desilusión y el desencanto vislumbro un futuro que sabe a ese pasado común  al que le conozco hasta las costuras.

Qué tarada, pienso de repente. Me resigno. Dejo que su lengua se pierda un poco por ahí adentro, antes de detenerlo. Me acaricia con tal frenesí que mi clítoris está en el límite de la sobre estimulación y lo aparto de mi cuerpo antes de que arruine todo; le señalo con cuidado cómo me gustaría que lo hiciera pero ni me hace caso ni le atina.

Suspiro.

-Acuéstate,- le pido - déjame estar encima de ti.

Me rodea con el cuerpo y antes de tenderse boca arriba, se queda de  rodillas a un costado de mi cabeza y me pide que lo chupe un poco. Bueno no así, sus palabras son:

-Bésame un poquito, dale.- Y cuando descubre que no habrá poder humano o divino que me haga besarlo en esa posición- con él mirándome desde arriba-, termina por recostarse en la cama.

O sea que su demostración anterior fue con el propósito de lograr que mi boca espléndida se abandone a su placer. Hijo de puta. No me sorprende. Me acomodo entre sus piernas y le doy un par de lengüetazos, pero ni me siento inspirada ni con ganas de eso. Me detengo en seco y lo miro:

-Hoy no Pibe, no tengo ganas de chupártela.

-No importa, está bien. Vení encima mío Bombón.

Y eso hago, lo monto.  Esta película ya me la sé. Fotograma a fotograma. Le miraré el gesto retorcido, sus gemidos de bestia sin control. Sé cuánto le gusta que me mueva rápido, yo disfruto más  embistiéndolo despacio, como si mi cadera respondiera al vaivén lento de una ola tímida golpeando una orilla. Un minuto después voy a acelerar el ritmo para darle gusto. Me perderé en su cara en la que puedo leerle el deseo que ya le resulta imposible contener. Pero yo no querré venirme aún, optimista dejaré de lado el desencanto de este revolcón,-que no es que esté mal, es sólo que yo esperaba mucho más- y me detendré de nuevo  para decir:

-¿Me volteas?

Voy a dejarme caer sobre el colchón, boca abajo, y él girará por encima de mi cuerpo para acomodarse detrás de mi.



Lo que no puedo saber, prever o adivinar, es lo que hará a continuación. 

lunes, 11 de octubre de 2010

El Pibe: Martes (1)

El Pibe me abre la puerta luciendo su mejor  sonrisa, la más socarrona por cierto. Lanza chispas con los ojos y sin miedo a equivocarse exclama divertido: ¿Te he dicho que sos un bombonazo? Muy complacida lo sigo por el pasillo y avanzo hasta el sofá que está en frente de la tele; él se desvía a la cocina mientras yo acomodo mis cosas por ahí. Lo espero de pie y cuando está a mi alcance lo abrazo y le planto uno de esos besos aperitivo, como para abrir apetito.

Se separa de mi beso para sonreirme de nuevo. Me gusta abrazarlo de pie porque sólo tengo que inclinar un poco el cuello hacia atrás para que su boca y la mía coincidan en ese meridiano común. Delgado y ágil como un pez, su peso sobre mi cuerpo siempre me ha resultado delicioso. No tiene una altura imponente ni mucho menos,- me sobrepasa apenas por 10 cm- pero todo en él es una línea esbelta y graciosa, del cuello a los hombros, de los brazos muy largos a cada pierna larguirucha también; hasta su pija que es tan esbelta como todo en su cuerpo.

Nos separamos, nos sonreímos. Regresa a la cocina por la bebida que me ha ofrecido y desde ahí anuncia:

-¡Che Bombón! Te aviso. Tengo una junta a las 6:30, ¿eh?

Hijo de Puta. Ok. No es grave, siempre y cuando la cosa no pase de las bocas.  Pero quiero respingar porque me caga que me eche de sus brazos o sus besos a la mitad de la tarde, como si nada. Como si todo pudiese seguir sobre ruedas después de dejarle incendiado el cuerpo. Sobretodo hoy que abandoné el juego de beis por sus promesas todavía no cumplidas. ¡Bah! Con un poco de suerte,  podré salir de aquí antes de las las seis y evitarme esa hora de tráfico que representa una penitencia a quienes condenados estamos, a vivir en esta ciudad.

Nos sentamos en el suelo, arriba de un par de cojines, ocupando el único espacio disponible entre la mesa de centro y los pies del sofá. Me besa con la magia que lo distingue y sus manos avanzan por mi espalda para desabrocharme el brassier. Mierda, me digo, los hombre nunca entienden; les parece más graciosa la demostración de sus habilidades motrices finas, que la incomodidad que producen. Estoy a punto de decirle que no hay mujer sobre la tierra que disfrute tener el brassier desabrochado bajo la ropa… ¿Para qué? Me quedo callada, jalo los tirantes por las mangas y termino aventando mi bra lindísimo de encajes por ahí. Una gatita joven que no había visto, se lo lleva a un rincón.

Los besos se hacen más profundos y la intensidad de nuestras caricias también. Con mi cuerpo sobre el suyo, le paso la mano muy lentamente por encima de los jeans. Me gusta verlo excitado y mi boca se apodera de la suya en un beso sin tiempo. Me olvido del tráfico, del beis, pero no puedo pasar por alto la montaña de polvo que hay abajo del sofá y que mi mano encuentra por casualidad buscando un punto de apoyo. Señora bien y de mi casa, quisiera preguntarle por Felipa, la mujer que le ayuda con la limpieza, pero ni es mi casa ni es mi novio y me limito a pedirle con un poco de urgencia y muchas expectativas, que me lleve a su cama…

viernes, 8 de octubre de 2010

El Pibe: Mensajes.



Antes de llegar a mi casa, después de aquella tarde de besos, El Pibe me manda un mensaje que dice: “Gracias por una excitante tarde. ¿Cuándo te veo de nuevo?”

Respondo con vaguedad cualquier cosa. “La semana próxima, si puedes”. En realidad, confío en que, como  otras veces,  se vea inmerso en un mar de trabajo, que esté tan ocupado que se le olvide pronto. No tengo apuro por otra sesión de besos. Aunque sean esos besos.

Antes de esta ocasión, lo ví alguna otra tarde de besos, el año pasado. Y la anterior, más de 365 días atrás. Con El Pibe tengo una historia desde hace un rato.

Los días pasan y los mensajes siguen:

“Te extraño Bombón”

“¿Hoy podés?”

“Te quiero encima de mí”

Y el juego comienza.

Respondo a algunos: Qué ganas de bailarte encima. También te extraño. Tal vez la siguiente semana. Si no respondo, sé que en cualquier momento llamará. A veces contesto, a veces no.

El Pibe insiste, no se cansa, hasta se atreve.

“¿Nos vemos hoy?”

“Qué ganas de tenerte”

“Quiero hacerte venir con la lengua”

“Uy! Me gusta como suena eso; tu lengua en mi piel”

“Quiero penetrarte toda”

“Quiero lamerte toda”

No. Sus mensajes no me prenden, pero me hacen sonreir. Empiezo a encontrarlo divertido. Nunca antes hizo algo así, esta demostración de constancia. ¡Ja! Y todo parece indicar que me ha convencido. Estoy de camino a su casa. Y a su cama.

Los frutos de la perseverancia.

Hoy quiero. 

viernes, 1 de octubre de 2010

El Pibe: A veces.


A veces empezaba a desvestirme un instante después de haber cerrado la puerta y después del beso largo con el que me daba la bienvenida. A veces quería que ya llegara el sábado otra vez para esconderme en sus besos. A veces se asomaba por la puerta antes de abrirme y exclamaba “¡Princesa, sos un bombonazo!”. A veces me hacía encabritar por el gusto de verme así. A veces, cuando me recorría con la mirada, no podía evitar decirme burlón: “Sos una señora bien”. A veces lo miraba y pensaba que era un desarrapado. A veces, que fuese un desarrapado, me gustaba mucho. A veces pensaba que este amor se extinguía a la misma velocidad del sahumerio que encendía para ocultar el olor de la mota. A veces, fumábamos y nos reíamos tanto, que se nos olvidaba la película que habíamos planeado ver. A veces caminábamos hasta el cine. A veces no teníamos ganas de mojarnos y mirábamos las gotas de lluvia que se estrellaban contra el techo de acrílico que era el cielo visto desde su cama. A veces llevaba mi almohada a su cama, porque odiaba el olor de las suyas. A veces, le hablaba de la importancia de unas sábanas de algodón. A veces me enseñaba paciente como forjar un buen churro.   A veces me hacía caminar a su lado por una hora, hasta el supermercado y de regreso. A veces, pedíamos comida de fuera y mientras esperábamos, hacíamos el amor con rabia y enjundia.  A veces lo ayudaba a cocinar, le pasaba ingredientes, utensilios o simplemente me quedaba quieta a su lado observándolo. A veces se quejaba porque no lo ayudaba en la cocina. A veces me pedía sacar algo del refrigerador, para agarrarme la cintura o pasarme las manos por las nalgas. A veces me sorprendía  su aliento en mi cuello y sus manos buscando mis tetas. A veces nada más se reía de verme arrebolada y continuaba su labor en la parrilla de la estufa, ignorándome. A veces, me ponía de frente a la pared entre el refri y el fregadero y ahí, me penetraba con cierta rudeza, sus manos agarradas de mis flancos, sus dientes clavados en mi hombro izquierdo; a veces, también me mordía despacio el hombro derecho. A veces mientras cocinaba, me narraba con entusiasmo una película y a veces se quedaba en silencio a la mitad de una frase y se acercaba a besarme mucho tiempo. A veces yo le sonreía muy callada sin contestar a sus preguntas y también se acercaba a besarme con una dulzura infinita. A veces se perdía de tal manera en mi boca que yo sólo deseaba que no se detuviera jamás. A veces se encabritaba porque yo me negaba a dormir desnuda entre sus sábanas que no eran de algodón. A veces me recriminaba “Sos una señora bien”. A veces nos amábamos durante horas. A veces, nos escondíamos el sueño y cogíamos sin pausa, en el sofá enfrente de la tele. A veces ponía la misma canción de U2 y yo ya sabía que me iba a acariciar hasta hacerme venir. A veces me agredía burlón “¿Porqué no te haces poner más tetas?, es que a mí me gustan grandes”. A veces, me dejaba temblando en su cama y se alejaba indiferente a la cocina o a ver la tele. A veces no respondía a sus mensajes porque me sentía dolida. A veces, me hacía sentir que me quería. A veces, le encantaba mi apariencia de señora bien. A veces le compartía alguna anécdota de madre. A veces, sin importarnos el dolor físico de los cuerpos llevados al límite en la faena, lo hacíamos de nuevo alguna mañana de domingo. A veces odiaba las mañanas de domingo en las que me apuraba a dejarlo. A veces lo aborrecía por completo y a veces pensaba que no podría vivir sin su piel. Una vez me sorprendió con unas sábanas azules, recién compradas de algodón. Una vez no resistí y le confesé lo enamorada que estaba de él. 

jueves, 30 de septiembre de 2010

El Pibe: Un mes atrás (y2)


La tarde anuncia una tormenta.

El Pibe jadea, me acosa con su cuerpo, me tiene atrapada en su boca.

No entiende porqué me quiero ir. No entiende cómo es que mi mente se resiste a la idea de terminar en su cama, porque mi cuerpo en sus manos es arcilla que arde.

Me aparto de su boca y sus caricias, se me acabó este recreo. Mi tarde de besos.

Insiste, me pide que me quede, me quiere llevar a su cama.

Mierda. Pienso rápido en cualquier excusa: La lluvia, el tráfico, alguna junta en Santa Fe. Hoy sin embargo, mi mejor excusa es la verdad.

-Hoy me bajó, Pibe. No tengo ganas de dejar todo manchado.

Mierda. No es que ya no me guste, es que mi cuerpo quedó empalagado del suyo y no, no tengo intención de terminar en su cama. Hoy no, tal vez ya nunca. Lo que me hace sentir muy mal es que lo quiero, me gusta a rabiar y es mi amigo; y no soy capaz de decirle que ya no me gusta, que se me extinguió el deseo o que me aburrí de coger con él. Suena fatal eso. No me atrevería a decirlo. Nunca. Mierda.


Me acompaña hasta mi auto, me despide con una sonrisa. Me pide vernos pronto de nuevo. ¡Claro! Avísame cuando tengas un buen rato libre.

No me siento mal por mentirle. Lo único que quiero es llegar antes de que la lluvia provoque el colapso. A la mitad del camino mi tarde con El Pibe ya es pasado. 

Ni siquiera me pregunto cuándo lo veré de nuevo.