martes, 27 de noviembre de 2012

De un pasado no muy lejano: En aquella fiesta de la Jess (1)


¿Te acuerdas Maja, que te dije que me habían puesto a parir chayotes? Tú y la Jess. Por la fiesta de disfraces, Maja. Porque no se me ocurría de qué podía disfrazarme y también Majita porque me pareció ultra ridículo todo eso. Le di vueltas toda la semana, hasta pensé en pedirle a alguna de mis sobrinitas, unas alas, así como de Tinker Bell y tan tán. Una fiesta de disfraces, Maja. ¿A quién se le ocurre? No querida, ni cómo invertirle al disfraz con lo precario de mi situación económica de aquella época aciaga. ¿te acuerdas que me echaron de mi casa? La depresión brutal que me dio porque tuve que regresar a la casa materna, con todo y Majito. Mierda. En fin, no sé cómo, ese sábado, el día de la fiesta, me acordé que en algún lugar, tenía un disfraz que había mandado a hacer, a la medida, cuando una fiesta del Majito. Cuando cumplió 4 creo, y todavía estaba en esa edad en que las Madres nos permitimos la condescendencia desbordada. Cagado porque justo un año antes, me pidió disfrazarme de dragón y tuve que rentar una botarga, que también me hicieron a la medida. Mamá dragón morado, con unas pestañas largas y cursis. A mi amigo Jesis le fue mejor, le tocó de Príncipe Valiente con capa y espada y toda la cosa. Las hazañas que hace una por los hijos. Mierda.

 Pues di con el disfraz, Maja, ahí estaba adentro de una bolsa, dentro de una caja, dentro de un contenedor entre algunos  libros y el tostador de pan. Ni siquiera me lo probé, lo dejé extendido sobre la cama y corrí al salón a alaciarme el pelo. El disfraz no estaba como para los rizos Majita. Necesitaba un cambio de pesonalidad…y así, vestida de súper heroína, corrí a casa del Pibe que había quedado de visitarlo porque tenía mucho tiempo buscándome y, ya sabes, ¿quién se niega a una tarde de mucho sexo y mota? No yo, por supuesto. Si Wey, ya sé que llegué tarde a la fiesta, pero tampoco había llegado todo el mundo, ¿eh? Me choca ese salón Maja, porque está mal iluminado y estuve a punto de matarme a la entrada. El antifaz no me dejaba ver, los tacones muy altos, los lentes de contacto que me sirven para un carajo.  Aterricé en la mesa donde estaba la Jess, me acuerdo de su atuendo de… ¿qué? La Bella creo, ¿no? La princesa del vestido amarillo. ¡Ja! Después de eso, me encaminó a la mesa donde estabas tú. Había otras dos chavas pero no me acuerdo quienes eran, lo qué si tengo tan presente, fue que una de ellas, cuando nos saludamos me dijo, ¡hueles increíble! Y claro Maja, me rocié toda la loción del Pibe en el pelo porque oler a una tarde de sexo está bueno, y hasta pone, pero oler a mota ¿yo, tan Maja? pues no. ¡Ja! Llegué todavía medio pacheca Maja y se me notaba, la sonrisa de oreja a oreja partiéndome la cara. Bien lindas las de la mesa que me dijeron todas casi a los gritos: !Te ves increíble! y yo que me sentía medio ridícula porque sólo una de ellas se había disfrazado también.

Bueno pues no sé si tú lo dijiste o alguien en la mesa, lo que sí me acuerdo, es que empecé a temblar como gelatina cuando escuché, ¿ya vieron quién llegó? Si Maja, se referían a la alta y guapa productora de radio y no me la acabé cuando la vi sentarse en la misma mesa, justo enfrente de mi. Llegó acompañada de esa amiga grandota que tiene, que tampoco disimuló lo galletona cuando también me dijo que mi perfume –el de El Pibe- olía maravilloso. ¡Jajaja!

Ay si, Majita, me puse súper nerviosa. Creo que me quite el antifaz porque quería que la guapa me reconociera. A ver, párate, me dijo. Y yo tan obediente, me puse de pie y giré para que me admirara y sobre todo para escuchar de sus labios decirme: ¡te ves increíble! Me sentí hasta soñada, Majita. Después de la tarde de sexo y drogas me sentía con el valor suficiente como para provocar un acercamiento, sólo que no encontraba el momento, Majita. Porque la guapa y la amiga no dejaban sus Black Berry y me sentía bastante idiota queriendo arrebatarles la atención del Tuiter, Maja. En las fiestas, como en los conciertos, debería estar prohibido tuitear o el Facebook, o el aparatito de mierda. En fin, el caso es que no sé como, terminé sentada a su lado y en algún momento, muy atrevida yo, me quite el antifaz y se lo puse con mis manitas. !Ajá! lo tuvo puesto un ratín, medio haciendo bizcos pero, !ya me pelaba Maja!  No sé que ocurrencia me saqué de la manga, que le platiqué la escena de una película de una mujer violada y asesinada de asfixia, tirada en el suelo de una cocina. Mierda. Yo ligando. Pero qué tal que ella también había visto esa peli y así conseguí su atención un ratito más. Luego, otra vez su Black Berry y yo callada, mirándola sin saber cómo mierda competir. De otra mesa me echaron grito, que para la foto Maja, ¿te acuerdas? ¡Uy! Por ahí la tengo, me encantaría postearla en el blog, total estoy disfrazada. ¿no? Bueno pues me levanté, saludé a las amigas de la otra mesa, a Lola la actriz que llegó con lonchera y peluche, ¿te acuerdas? Y nos tomaron la foto y luego Pablito ofreciendo maldad. Si Maja, volví a fumar y cuando regresé a mi silla, al lado de la guapa, estaba sedienta, si Majita, por la mota. ¿Porqué no bebes algo? me preguntó y me acuerdo que la hice reír cuando le contesté que no bebía nada porque si me daban ganas de ir a orinar, iba a tener que dislocarme un hombro para quitarme el disfraz.

Y así seguimos, yo toda sonrisas y ella todo Black Berry cuando llegó la Riva a la mesa y me abrazó tan brusca que me caí de la silla. ¡Un papelón! Parecía que me caía de borracha y no era eso, ¿no? y luego me sentí patética y me levanté a bailar y a la piñata porque tenía el azúcar en menos tres y empecé a sentirme re mal, Maja. Así que corrí a la pista por dulces y luego creo que me dio pena regresar a la mesa, que ya estaba atiborrada de todo el club de las galletonas. Me quedé en el escaloncito del estrado, con Lola. ¿te acuerdas? 

Si Maja, me ganaron la silla y ya no supe que hacer.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Mi Maja: Del nos besamos, al me besó.


       La veo envuelta en una nube rosa entre algodones de azúcar y jilgueritos cantarines. Todo es risitas y buena voluntad; habla de la guapa y le sale tanta miel de los ojos que me empalalaga. Mierda. Toda esa dulzura está por provocarme un coma diabético y pienso que ya perdió la cabeza; está enamorada al punto del almíbar. Bien podría desistir de mi propósito porque en resumen, a ésta no la rescato de la dicha. Me solidarizo con un par de risotadas tontonas y le digo mirándola a la cara:

-Yo no besé a tu novia, Maja.

-Jajaja. Pero si yo estaba ahí Maja y se besaron. Jajajaja. Jijiji. Ni te preocupes, no soy celosa, no fue nada Maja.

-No Maja, no la besé. !Pregúntame porqué no la besé!

La vehemencia de mi tono la hace regresar al planeta de los mortales. Consigo que se ponga un poco seria por fin:

-¿Porqué no la besaste maja?

Antes de responderle, me tomo unos segundos para buscar en mi bolsa, entre los lentes de sol y el teléfono, abajo de mi agenda, en el fondo, una botella pequeñita de Tequila que recuerdo compré para casos desesperados como este. La destapo con cuidado y después de un buen trago la miro muy seria a los ojos y con el tono dramático de un tango de arrabal respondo:

-Porque tu novia me gusta.

Su reacción es como en las películas: respinga perpleja, intenta decir algo, balbucea, parpadea a la velocidad del aleteo de un colibrí. Me aguanto la risa y le aplaco los gestos con un ademán tranquilizador.

-Ya sabías Maja, no te hagas. Por eso quiero que me lo preguntes de nuevo.

-¿Qué?

-Qué porqué no besé a tu novia, Maja.

-¿Porqué no la besaste, Maja?

-Porque es tu novia, Majita. Y yo nunca te haría algo así. Ni borracha, ni jugando. Y la verdad me siento un poco avergonzada, ¿sabes?

-Ay Maja. No pasa nada. No hay bronca, de verdad. No te preocupes Majita, te creo. No te sientas mal. No es para tanto.

-¿Segura Maja?

-Segura Majita.

-Bueno, tal vez la próxima vez debería besarte a ti para estar parejas.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Machín Patán: El primer encuentro.


Con ambas manos le levanto la camiseta hasta la cara, para dejársela sobre los ojos y me acerco con la nariz a su pecho para investigar a qué huele este hombre que desde hace tanto me trae de cabeza. Me gusta su olor que no huele a nada. No usa loción ni perfume, no le adivino el olor del desodorante en las axilas, no huele a jabón siquiera y sin embargo tiene un olor que me gusta, embriagador. Lo recorro con la lengua también y le descubro veloz el rostro para morderle la boca.

Dejo que sus manos se enreden en mis rizos suaves y me jala tan brusco que mi cabeza queda inclinada hacia atrás y antes de que respingue,  sus labios pasean en mi garganta. Parece gustarle el sexo rudo, que a mí me encanta y que es mi especialidad. Se agacha con cuidado a quitarme las botas mientras me desabrocho los jeans y los deslizo hacia abajo.

En un minuto él se ha quedado sin ropa también y abrazándome con fuerza me guía hasta la cama. Me acomoda de todas las formas posibles y me coge. No habla, pero gime y me excita escuchar su respiración agitada. Parece que bufa. Bufa. Coge como una bestia.

Yo tampoco hablo, me limito a respirar profundo y seguirle el ritmo. Mis manos no se cansan de recorrerle el cuerpo, lo agarro con fuerza de las nalgas y lo encajo en mi pelvis con mucha fuerza. Se detiene un instante en mis ojos y me esquiva. Mi mirada se pierde también en otro sitio. ¿cansada?, pregunta con un dejo de burla. No todavía, respondo apretándolo con mucha fuerza. Gime. Me gusta. Me penetra despacio y con fuerza.

Me abandono al placer de sentir que me coge un desconocido y me imagino como en esa escena de “Savages”, la peli de Oliver Stone. Machín Patán es un amante bastante salvaje, incansable y despreocupado. Sin pedirlo siquiera, me gira como a una muñeca de trapo, me pone en cuatro, me jala el pelo y me embiste rudo. Me vengo unos segundos antes que él. Yo en silencio, él como una sirena de patrulla. Un escándalo. Se desploma en mi cuerpo y me acaricia el pelo y los hombros mientras se le tranquiliza el respiro.


¿Seguimos?, escucho que me susurra al oído al tiempo que me mordisquea la oreja.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

En una habitación Pop


Nada parecer sobresalir demasiado en la decoración pop de esta habitación. Todo se reduce a doce metros cuadrados sobre los que está bien apoyada una cama matrimonial al centro. Al lado de la cama hay un par de escalones que llevan a una especie de estrado donde hay una silla blanca de plástico firme y diseño como para la modernidad.

Me siento con las piernas cruzadas en la silla pop mientras mi acompañante deja su chamarra por ahí y busca donde conectar su Ipod para musicalizar la escena por venir. Le desconozco los gustos y sólo suplico callada, que no sea música ochentera.  !Bah! La música es lo de menos. El hecho de sonreír desde lo alto me hace sentir segura y confiada. Lo miro con el deleite con que un gato inicia jugando, una cacería que, terminará en banquete.

Él repasa en voz alta lo que nos ofrece un menú abierto: Bebidas varias y cigarros, disfraces (me guardo las ganas de decirle que el de La Enfermerita Traviesa me encantaría), tuttifruti de condones y lubricantes, pelis. Como de ahí no me apetece nada, deja de nuevo el menú en su lugar.

Al lado del espejo que hace las veces de un gran tocador, en la esquinita del cuarto, sobresale un tablón inclinado forrado con una superficie acolchonada; y en lo alto un tubo pequeño en el que adivino caben un par de puños cerrados.

Esbozo la mejor de mis sonrisas al tiempo que me levanto de la silla y me acerco a ese ángulo prometedor.

-¿Será para hacer abs?- le pregunto a mi acompañante.

-A ver,- me mira retándome y ordena muy serio: -Levanta las piernas.

Me sujeto con fuerza, inhalo muy despacio y consigo hacer la maniobra, con la mirada puesta en sus ojos obscuros. Me siento como una acróbata soñada en esta pose parecida al “El Cristo” que hacen los gimnastas en los aros. La verdad es que también estoy a punto de soltar una carcajada.

-Ahora, ábrelas- dice al tiempo que se acomoda  frente a mi, y lo hago sin el menor esfuerzo sólo porque estoy segura de que su cuerpo como tierra firme me sostendrá en breve.

Mis piernas están ahora enrolladas en su torso y su boca por fin está sobre la mía. Un beso apenas, tan fugaz que me hace respingar. Con total libertad de acción, sus manos recorren mis hombros y su boca mi cuello; baja los brazos despacio rodeando mi cintura y bajando por mi espalda, con ambas manos me sostiene de las nalgas, me levanta un poco brusco, como estibador de sacos de papas y se ríe. ¡Ja! Cómo si mis 46 kilogramos de peso fueran un mérito para la fuerza de sus brazos. Se acerca a mi boca de nuevo, yo le quito mis piernas del cuerpo y apoyo los tacones altísimos en el suelo mientras él me dice con la mirada que mis brazos deben quedarse donde están.  Sus dedos ágiles recorren botones hacia abajo y dejan mucha piel al descubierto. Ni siquiera me mira, sus ojos y sus labios están encima de mis senos, pasean, recorren, me mojan toda.

Esta sensación apabullante me hace sentir mareada pero sigo firme colgando con los brazos por encima de la cabeza.  Mis piernas como una enredadera reptando por su cintura.

He esperado tanto que casi podría esperar una o dos horas más. Miento, me recorre cierta impaciencia. Lo observo embelesada. Lo encuentro divino.  

Se que en unos cuantos segundos podré apoyar los pies en el piso y buscaré de nuevo hambrienta, su boca.

Suspiro, respiro de nuevo y ahogo un gemido. La imagen que brilla en mi mente hace dichosa esta última espera.

La certeza de esos risos hirsutos, anhelados de hace tiempo; que le bailan en la nuca, enredados con mucha fuerza  entre mis dedos. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Mi Maja: La Amistad.


Leo en un texto de Bolaño que uno está preparado para la amistad, no para los amigos. Más adelante nos dice que la amistad es como la silueta de un dinosaurio que atraviesa un pantano y añade: son raros los amigos: desaparecen.

Es verdad, yo soy una amiga con tendencias a desaparecer y a aparecer. En los dos últimos años mi Maja y yo, nos hemos visto más bien poco; en las ocasiones especiales de los cumpleaños por ejemplo. Recuerdo el de la Jess (su ex) porque para variar hice un papelón con la alta y guapa productora de radio. Faltaba más, tenía que estar justo ella en la escena.

Creo también que a pesar de la distancia y el tiempo, nuestra amistad sigue tan firme y tan estrecha como en los primeros tiempos. Nos habíamos conocido apenas, cuando una tarde, recién terminado y entregado un proyecto, nos instalamos en un bar y después de un par de Martinis me acuerdo, fue la primera persona a la que le conté que había tomado a mi Majito en brazos y había abandonado para siempre “el hogar conyugal”. Alguna otra vez, la acompañe toda la noche en una búsqueda infructuosa de una novia que la traía de cabeza; habían peleado y mientras ella esperaba en el coche, yo entraba y salía de cada uno de los antros Gay de esta ciudad. También me hizo redactar la carta del adiós para la susodicha; ella sólo añadió un par de palabras altisonantes al texto amoroso y rencoroso.

Puede ser que la amistad sea una cosa rara y pantanosa y con dinosaurios como dice Bolaño, pero es fundamental. Para mi, es también vital. Así que dejo de darle vueltas a las mil anécdotas que tenemos en común, y espero frente a su puerta a que me abra.

Porque hoy vengo a decirle que yo NO besé a su novia endemoniada.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Lunes: Llamada de Mi Maja


Lunes, todavía hora de la comida. Hace unos minutos que comí veloz y recostada en mi cama intento el trance del sueño; una siesta breve que me devuelva la energía empleada en los casi 14km que corrí esta mañana. Recuerdo cada kilómetro recorrido porque no hubo uno en el que no pensara en la alta y guapa productora de radio y su beso impertinente. Su atrevimiento. Hija de Puta.
¡En qué lío me metió!.

Mi celular suena escandaloso desde algún lugar de mi bolso, me incorporo, lo encuentro y veo el nombre de Mi Maja que me llama. ¡Uy! Nos vio y me va a partir el cráneo.  Dudo apenas un instante pero respondo:

-¿Maja?

-Hola Majita. ¿Cómo estás?

-Bien Maja. Te llamo porque necesito que me vuelvas a enviar los presus del proyecto. No los encuentro.

-Ahora te los mando, Majita. ¿Todo bien? ¿A qué hora terminó el festejo?

-Uy Maja, no sé, como a las 3, creo.

-Qué bueno Majita. ¿Te la pasaste bien? ¿Te divertiste?

-Oh Maja, mucho. Estuvo bien chido. Muy contenta Majita ¿Y tú?

-Me la pasé bomba Maja, perdón que no les mandé un mensaje para avisar que llegué con bien. Jajaja.

-¡Oh Maja! Jajajajaja

-¿Cuándo te veo Majita? Te debo tu regalo y me quedé con ganas de platicar… y decirte también, no sé cómo, que tu novia me gusta y que me siento culpable y sucia como una cucaracha…

-¡Me dijo la Guapa que se besaron!

Sus palabras devienen en una catástrofe silenciosa. La habitación entera es una masa amorfa sin color, la sangre me abandona el rostro, no escucho ni los latidos del corazón; me va a dar un infarto. El electrocardiograma no miente:
________________________________


Me dijo la Guapa que se besaron…

... que se besaron… que se besaron… que se besaron… que se besaron… que se besaron… que se besaron…

Al ritmo del eco, mi corazón late de nuevo.

¿Se besaron? Corrección: ¡Me besó!

Para mi alivio, escucho una carcajada fuerte y brillante y atino a decir después de balbucear:

-Tu novia Maja, ¡es una amenaza!

-Jajajajaja. Amoooooor: Dice la Maja que eres una amenaza.


Puta Madre. Están juntas. Y se ríen. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

El café de domingo con La Güera



-… 

-…

-Suéltalo amiga.

-Me besó.

-¿Quién Maja?

-La novia de mi mejor amiga.

-¿Cómo?

-…

-¿Te gustó?

-Estoy en shock. Me asusté.

-…

-Me gustó Güera, pero eso no cuenta.

-¿Por? Esa mujer te gusta desde hace mucho.

-Es la novia de mi mejor amiga. ¿te das cuenta? ¡Me gusta la novia de mi mejor amiga!

-…

-…

-¿Qué mierda voy a hacer Güera?

-Tú no tienes la culpa. ¿Porqué te sientes así? Te besó ella, ¡Ella! ¿Te das cuenta amiga?

-¿Qué?

-Pues que le gustas.

-…

-Ahora te sorprendes… quita la cara de espanto.

-Voy a hablar con Mi Maja.

-¿Y qué le vas a decir?

-No sé. ¿Qué le digo?

-…

-Pues, le diré que… no sé, que me gusta su novia y ya.

-Omite lo del beso Maja.

-¡Anotado! Eso ni por error. ¿Y si se dio cuenta? ¿Si nos vio?

-¿Las vio?

-Mierda Güera, estaba al lado. La Guapa la abrazaba. Me quiero aventar de un puente.

-¿Estás segura que decírselo va a ser lo mejor, amiga?

-Y si no… ¿qué hago?

-Tienes razón.

-La Amistad es lo más importante; es sagrada. Lo demás no importa. Lo demás es nada.

-No fue tu culpa Majita.

-…

-Déjalo ya. Fue un fin de semana muy intenso.

-…

-¡Deja ya de suspirar!

-… No puedo.

lunes, 5 de noviembre de 2012

De la mesa 15 al Bengala (y 3)


        El antro está lleno, a reventar. Observo feliz como esta fiesta de mi mejor amiga es un éxito. Sonrío como tonta de lo pacheca que estoy. ¡Qué alivio! Hasta tolero que la gente baile animosa Dancing Queen de Abba entre las mesas, hecho que encontraría vergonzoso en estado sobrio. Jajaja ¡Qué atole, esto!

Por entre las mesas camina mi Maja dejando una lluvia de estrellas a su paso, porque luce realmente hermosa y yo la miro con el orgullo de los que llevamos en el corazón su amistad, como una prenda celosamente atesorada. No he platicado con ella en lo que va de la noche porque en su papel de anfitriona y festejada, recorre todo el lugar y salpica carcajadas a diestra y siniestra. Me uno al grupito de chicas que bailan y me topo con la sonrisa esperanzada de la traumatóloga que sigue sentada ahí donde la dejé; le sonrío también condescendiente, sin amagar siquiera un nuevo acercamiento.

La muñeca y su pareja siguen en el mismo lugar y observo a la alta y guapa productora de radio, departir con unos cuantos, en el lugar más alejado de la barra. Llego hasta las guapas de la boda y me presento de nuevo, la muñeca se ve tensa y después de decir dos tonterías me giro buscando resguardo. En la mesa no, porque ahí está la traumatóloga, así que decido ir a bailar de nuevo. La novia de mi Maja me detiene del brazo, la miro y le sonrío de nuevo. Cruzamos unas pocas palabras y a distancia prudencial. Me apuro a retirarme. Más vale.

Una hora más tarde, estoy sumida en cierto sopor y mucho aburrimiento; ya es tarde.  A mi lado una pareja de novios pelea y discute. Me horrorizo. La música ya no me late, el lugar es una nube de humo porque garantes de la impunidad, las autoridades de esta ciudad no inspeccionan los antros populares como este.

L-World ya no me parece tan atractivo. Es decir, sólo una de sus habitantes me provoca alguna sucia intención pero no hay nada que hacer. Más allá de las pocas frases que nos dijimos y algún suspiro velado, no puedo hacer nada al respecto. Hay razones muy poderosas que me detienen.

Inicio la graciosa retirada. Primero a las que tengo más cerca, entre ellas la traumatóloga a la que le estampo un beso sonoro en la mejilla. Otras dos bailan por ahí y como son viejas conocidas dejo que me abracen con fuerza y cachondería. Así se abraza en este mundo. Podría adivinarles la talla de bra solo por la fuerza con que me aprietan.

Rodeo la mesa larga hasta donde está mi Maja y en ese momento se escucha esa salsa deliciosa que canta: De un café pasamos al sofá, de un botón a todo lo demás. Antes de explicarle que ya tengo que irme, la alta y guapa productora de radio, me toma de las manos y me hace bailar con ella. ¡Qué suerte tengo de bailar esta rola por segunda vez en el día!. Soy muy torpe pero esta guapa lo pasa por alto. Sonríe y sonrío. Cantamos juntas los últimos compases de la canción y  de repente, ya no tengo ganas de irme.  Es tarde, la cordura me regresa a la cabeza y tengo que despedirme; a pesar de las botas que me añaden más de 12cm, intento de puntitas alcanzar la altura majestuosa de esta mujer y evidentemente no lo consigo. Le hago señas con las manos. Se inclina hacia mi, le busco la mejilla para besarla y en un movimiento que carece de sutileza se gira de más para estamparme un beso de las comisuras hacia dentro, a la mitad de la boca. En mis labios. En mi boca.

Me despego de su abrazo asustada, en total estado de shock, viendo estrellas y relámpagos; y mi espanto se convierte en pánico cuando descubro que tiene a mi Maja bien afianzada por los hombros, a su izquierda.

Bye Majita, digo veloz con ganas de correr, de esconderme o de desaparecer. Alguien en la barra detiene mi carrera, es la Riva que también me abraza al modo suyo, con mucha fuerza. Me aferro un ratito a su cuello en lo que intento descifrar lo que acaba de pasar.

Y es que muchas calles más adelante, cerca del barrio donde vivo no logro entender ese gesto, el beso que me ha dejado devastada. Y me digo en voz alta para que no solo parezca real sino fatal:

!Mierda! Me gusta la novia de mi mejor amiga.

viernes, 2 de noviembre de 2012

De la mesa 15 al Bengala (2)


Es tarde, reuní fuerzas para dejar el vestidito estampado de flores y gasas tirado en el suelo. Busco otras 3 prendas en el armario, me subo a mis botas altas, altísimas y me calzo un sombrero en la cabeza. Según yo, el atuendo me da un aire mafioso irresistible. Sin lugar para los bostezos, manejo por 20 minutos hasta el lugar del encuentro.

En una mesa larga me encuentro varias caras conocidas y un par de caras nuevas. La alta y guapa productora de radio halaga mi sombrero, me lo quito, se lo pongo, le revuelvo el pelo con los dedos y me pongo seria. Más vale. Enfrente de mi, esas dos caras muy nuevas me saludan con entusiasmo. Una me parece conocida y se lo digo. ¡Qué casualidad! Ella parece conocerme de algún lado también. De profesión: Médico Traumatólogo. Por supuesto que no la conozco y resuelvo enfriar esta conversación lo más rápido posible porque la chica me sonríe tanto y se muestra tan interesada en mi o en el sombrero que me abruma; cuando alguien anuncia que va a la calle a fumar, me uno al contingente. No. No me quiero ligar a la traumatóloga. Soy coqueta cobarde y a veces, coqueta canalla. En este L-World, ser así es también un método de defensa.

Sentada en la barra está mi amiga Riva. Sonrío flamante, me acerco. Es galletona de pura cepa, viste masculina, habla a los gritos y de su boca simpática suele salir majadería y media. De esas pues, sin pelos en la lengua. Hacía un buen tiempo que no le sabía los pasos y me da gusto verla de nuevo. Dejo que me pase un brazo por los hombros y también que me moleste un poco. Entre los temas generales está el de la chamba, ¡Uy! Odio eso, odio hablar de trabajo pero le contestó que la cosa ahí va, con sus altibajos y la basura de siempre. Me interrumpe dirigiéndose a la chica que tiene enfrente y que yo no había visto:

-Mira, te presento a la Maja. En su oficio, la mejor del medio, del mundo. Tiene currículum, experiencia y Know How.

Y yo arrebolada de tanto halago, le extiendo la mano a la mujer que me acaban de presentar. Trabajamos en el mismo ambiente y dice conocerme de nombre. Me pide una tarjeta, le respondo que mi bolsa está hasta allá, en la mesa. Se dispone a anotar mi número celular en su teléfono. Me acerco a dictarle, la miro de nuevo. Qué muñeca, pienso. Una certeza se revela antes de que le dicte los últimos dígitos, la interrumpo perpleja y le digo:

-Disculpa pero… ¿No estuvimos en la misma mesa en una boda, hace rato?
Con los ojos como platos responde:

-¿Eres tú? ¡No te reconocí! Digo, me parecías muy familiar pero… ¡Te ves tan diferente!

-Me cambié de ropa y tú también, por lo que veo.- Claro, sus tetas celestiales ya no están a la vista pero el rostro divino es memorable; y la veo mirarme el escote del tercer botón desabrochado de mi camisa blanca y almidonada, de donde asoma con todo el descaro y la intención del mundo un brassiere negro y sexy, unidas las varillas con un moño de satín.

Nos reímos alto y fuerte y le sonrío de oreja a oreja llena de coquetería.

-¿Y tu amiga? ¿No vino?

-Está afuera fumando.

-Bueno pues ahorita regreso a presentarme, por segunda vez en el día.

-Jajaja.

Después de 6 pasos hacia ninguna parte, la amiga Ale de mi Maja me sale al encuentro. La mujer más extrovertida que conozco, foránea como yo en este L-World… Me dice que mi sombrero es un hit. Qué me veo súper bonita. Y le comparto el secreto: No es el sombrero, si no la posibilidad de ser otra, lo que conjura las chispas. Un alter ego. Está de acuerdo conmigo, se ríe y de paso me felicita por la osadía con la que presumo el moñito. El moñito negro del bra.

No me puede ir mejor, pienso. Busco con la vista a la muñeca y descubro que la amiga ya regresó de fumar. Me acerco a saludarla y cuando estoy a dos pasos de ellas, les descubro en el gesto que vienen juntas, es decir, que son pareja. Perpleja, me alejo de nuevo. Y yo que le sonreía juguetona. Buenísimo. Me rescata el amigo de siempre con su ofrecimiento habitual:

-¿Quieres fumar Maja? Traigo un churro de la hidropónica que no mames.

Ni siquiera lo dudo, me dejo guiar hacia  la calle.


...Continuará

miércoles, 31 de octubre de 2012

Mi Maja: De la mesa 15 al Bengala (1)


Me siento en una de las 10 sillas de una mesa casi vacía; digo casi porque las únicas presentes son dos guapas. Saludo cortésmente y busco con la vista al Majito que se quedó en alguna mesa, saludando a los novios que en breve serán esposos. 

Las bodas me chocan, las multitudes me aterran y el hecho de tener que socializar con dos desconocidas me resulta escalofriante. Soy tímida y cuando no tengo más remedio, -como en este momento-, hago un esfuerzo titánico para romper el hielo. Por si no bastara, no me siento bien. Con apenas dos horas de sueño y el cuerpo que se duele cada vez que respiro, me acuerdo de anoche y todas las horas que me pasé enredada en otro cuerpo, revolcándome. (Pero este es tema para otra entrada. Dejemos al amante en el anonimato, de momento.)

Así que las miro. Ambas guapas pero una, lo es mucho más. La muy guapa usa un vestido ceñido al cuerpo, strapless, color berenjena. Le sienta fatal porque es de caderas olímpicas pero le sienta muy bien a ese par de tetas apretadas que se asoman veleidosas por encima de las varillas. Me escandalizo. ¿Porqué mi vista parece estar imantada a esa parte de su cuerpo?

La cara hermosa, como de muñeca en vitrina, realmente linda, armoniosa. Ojos obscuros y el pelo como un nogal, oscuro también y largo. Intento iniciar la plática pero ambas están concentradas en sus celulares. Tuitean, “facebookean”, o se hacen pendejas pasando el tiempo, hasta que empiece la ceremonia civil y tengan que prestar atención al entorno, que me incluye, ¿no? desisto por supuesto. Me siento un poco patética. Y yo tan linda en mi vestidito de cocktail…

Me miran y sonríen y ninguna frase genial se me ocurre; de soslayo, mi vista se estaciona por más tiempo del necesario en ese par de tetas magníficas. El Majito aterriza a mi lado y algo dentro de mi, se relaja. Puesta toda mi atención en mi crío, que generosamente accedió a acompañarme, me pregunta cada dos minutos que a qué hora empieza la música. “Pero se escucha música mi amor”, “No Ma’ la de bailar”.

La ceremonia civil está por comenzar y con un vistazo otra vez, a las tetas de la muñeca, nos ponemos todos de pie para celebrar el enlace.

Después del brindis y los buenos deseos se abre la pista. Y lo que suena primero es esa cumbia simpática que dice: “Procura coquetearme más, y no respondo de lo que te haré.” El Majito no se arredra y me arrastra hacia la multitud. Bailamos divertidos. Yo, un poco torpe porque bailar cumbias en pareja no se me da y para el Rock and Roll estoy bastante negada. Pero aún así bailamos durante horas casi todo el repertorio. Regresamos un momento a nuestra mesa, la 15, que ahora luce abandonada. De las guapas, ni su rastro. Se veía a leguas que tampoco lo estaban pasando muy bien.

Yo miro con paciencia que las manecillas del reloj se columpien y llegue la hora de retirarnos, porque más tarde tengo otro festejo, el de mi Maja que festeja esta noche su cumple y quien me ha prometido diversión, irreverencia, algo de desacato y con un golpe de suerte, presentarme a una guapa.