viernes, 13 de agosto de 2010

Pablo: ¿Será?


La noche es un disturbio en fuga. Una pareja atraviesa la inclinada avenida en una bicicleta sin frenos.

Baja los pies que nos matamos y aún no es tiempo de morir.

¿Por qué este remolino? Los pasadizos del laberinto sin salida conducen a la perdición: por eso los sigo. Nunca estás ahí cuando llego a la trampa.

La bicicleta sin frenos tiene un destino: el choque emocional, la fusión con la luna, el refugio en las esculturas, la conclusión en tus ojos tan lejos de mí. Rasguñaré la piel hasta provocar la herida, gritaré tu nombre, tus uñas, tu pelo, lo que nunca dirás.

Sube los pies, mi vida. Aún no te conozco. Estamos a tiempo de morir y hacernos eternos.



***


Esta respuesta no llegó a mi buzón. La publicó en su blog tres horas después de que yo le escribí. Si alguien tiene curiosidad de leer la entrada completa, está aqui al lado. Una mirada de lejos.


Aprendí a andar en bicicleta antes de los 6 años en un intento por demostrarle a mi Mamá que ya podia tener una propia. La respuesta fue siempre la misma: “Cuando cumplas 7”. Y faltaba tanto.

Recuerdo la pendiente inclinada, una bici prestada y sin frenos. Sin casco y sin rodilleras. Había aprendido a patinar a los 4. Los patines de metal me quedaban grandes. Me pulsa aún el dolor en las muñecas cuando recuerdo cada sentón.

Si me caigo, pensé, me voy a raspar y si rompo el vestido mi Mamá me va matar.

jueves, 12 de agosto de 2010

Pablo: Re: Guapa




Me haces falta,
Te pienso desde hace semanas. Lo que me dices me sacude y por un momento quisiera dejarme llevar por el remolino,
rendirme a las ganas de estar enamorada de ti, de lo que me escribes, de lo que te provoco.


Es serio esto, ¿eh?
Y no sé que hacer.




***


Escribí en 10 segundos lo que no logré en 4 semanas. Click. Sent.


¿Y ahora?, esta sensación efervescente en las venas, ¿cómo me la quito?

miércoles, 11 de agosto de 2010

Pablo: Mi amigo





De:                        Pablo
Para:                      Maja
Asunto:                 Guapa,




te extraño.




Me cuesta creer que hace media hora, hablaba de Pablo con Louis –mi asistente-.  Y de repente aparece. Nada es real, excepto el azar. Tengo esa frase de Paul Auster grabada en las costillas.

Leo de nuevo. Guapa, te extraño.

Voy a la carpeta de “Borradores”, ahí está el correo que no he podido escribir, no he pasado del saludo, lo demás está en blanco. 

Han pasado 4 semanas.

Busco de nuevo sus letras, leo, suspiro.

Al terminar de leer tus líneas no sabía si había entendido; tampoco importaba porque la esencia de tu ánimo era inevitable en cada palabra y supe que te pusiste contenta porque andabas triste, o te pusiste más triste porque te pusiste contenta un instante. Observé la pantalla del ordenador como si fueras tú y yo te espiara desde cualquier ricón posible, pero poco a poco me entraron ganas de abandonar el rol de espía para acercarme a ti y abrazarte. Así nada más, en silencio, sin siquiera mirarte. Abrazarte suave o fuerte. Abrazarte.

Mis conjeturas no van más lejos, la probabilidad de que esté en un mal entendido es latente, pero creo que no estoy tan lejos de la realidad. Y como creo que tú eres más melancólica que yo, me dan más ganas de abrazarte. Y también de acariciar sutilmente tu mejilla para sentir tu calor. O tu frío. Y escucharte si quieres usar palabras, o tan sólo observar tus ojos, su color, su profunda mirada.

Pensé en ti una noche mágica que se abrió el cielo y pude observar el sol a la una de madrugada.
También te recordé a mi regreso a Oslo, cuando después de semanas con noches cortas y azules, volví a enfrentar una que alcanzó la oscuridad. Esa noche penetraste mi sueño y te seguí sin que me vieras. Sonreiste varias veces y tu felicidad escurrió mis ojos. Cuando desperté divagué un buen rato pensando qué haré la siguiente vez que te vea:
¿Te seguiré a distancia? ¿Me atreveré a abrazarte? ¿Seremos melancólicos? ¿Miraré tus piernas? ¿Tocaré tu rostro? ¿Hablaremos de nada?

No respiro, no me muevo. El corazón me late desesperado, quiere explotar.


martes, 10 de agosto de 2010

Sexo en línea: Hablemos de Porno (y 2)


Me gusta el Porno. No soy una consumidora asidua pero de vez en cuando me acerco a este mundo de lo explícito. De lo puesto ahí enfrente, sin miramientos. Sin adornos. No poseo una colección de títulos y aunque me gustaría, con un menor en casa, resulta imposible.

Así que cuando quiero mirar pornografía, lo hago por internet. Es gratis y lo único que hay que invertir es tiempo y paciencia; esa fiel aliada que está por abandonarme en la trinchera.

La página de inicio del sitio me presenta 18 clips de donde elegir. Me guio un poco por los títulos, que son entre sinópsis, slogan y poesía. Hottles in the luxury machine castle. Ass and troat stretching action. Courtney Devine is so sweet. Busty blond affairs.

En general la producción de estos videos es bastante pobre, en 15 de 18 la locación es un sillón, el tema de la iluminación ausente.  Este es el mundo de los rasurados, todos. Aqui es donde entiendo las razones de estética que de cualquier modo no se justifican, o si. Hay para todos los gustos. Ellas me recuerdan el candado que luce Josh Beckett –abridor de la rotación de los Medias Rojas-  y ellos,    …en fin.

No, en realidad los depilados no me prenden ni aqui, en su territorio.

Descarto orgías y a Black mamma showing off. Con apariencia de adolescentes ni por asomo.

Lo que nunca entiendo es porque son tan largos. A veces hasta media hora. Una penetración vista en un plano medio durante 6 minutos es un exceso y en mi imaginación me produce rozaduras; los siguientes tres de un acercamiento hacen que me salga el oficio de adentro. Mis ojos quieren editar lo que ven. Desechar lo que no hace falta. Manos de tijera, cortar sin piedad. 

Los 23 minutos eternos y predecibles podrían convertirse en 180 segundos gloriosos, acompañados de una buena rola. Alguna vez acaricié la idea de hacerme Editora de porno. Conozco a alguien, que edita por gusto el porno que tiene almacenado en su compu y hace poco me pidió consejos acerca del software y transferencia de archivos para esos montajes caseros; acaricio la idea de nuevo.

Finalmente encuentro algo que me apetece.

Una cama de postes y dosel. Dos guapas en lencería, guapo que entra a cuadro y deja caer la bata; desnudo, espléndido. Se acerca a una de ellas. Luz tenue, semipenunbra. El sonido que acompaña la imagen viene de mi iTunes, Sneaker Pimps.

En el siguiente minuto, la cámara ya está ahi donde ocurre todo. 15 segundos más de este plano cerradísimo explícito y medio puerco, es todo lo que necesito. En mi fantasia, una de las ventanas del edificio de enfrente está apenas iluminada. Un voyeur. En mi compu la cámara me encuadra y alguien me ve desde otra pantalla.

No hace falta más.

Abro los ojos y sonrío. El edificio de enfrente sigue en penumbras. Qué fácil esto, ¡ja!