miércoles, 11 de agosto de 2010

Pablo: Mi amigo





De:                        Pablo
Para:                      Maja
Asunto:                 Guapa,




te extraño.




Me cuesta creer que hace media hora, hablaba de Pablo con Louis –mi asistente-.  Y de repente aparece. Nada es real, excepto el azar. Tengo esa frase de Paul Auster grabada en las costillas.

Leo de nuevo. Guapa, te extraño.

Voy a la carpeta de “Borradores”, ahí está el correo que no he podido escribir, no he pasado del saludo, lo demás está en blanco. 

Han pasado 4 semanas.

Busco de nuevo sus letras, leo, suspiro.

Al terminar de leer tus líneas no sabía si había entendido; tampoco importaba porque la esencia de tu ánimo era inevitable en cada palabra y supe que te pusiste contenta porque andabas triste, o te pusiste más triste porque te pusiste contenta un instante. Observé la pantalla del ordenador como si fueras tú y yo te espiara desde cualquier ricón posible, pero poco a poco me entraron ganas de abandonar el rol de espía para acercarme a ti y abrazarte. Así nada más, en silencio, sin siquiera mirarte. Abrazarte suave o fuerte. Abrazarte.

Mis conjeturas no van más lejos, la probabilidad de que esté en un mal entendido es latente, pero creo que no estoy tan lejos de la realidad. Y como creo que tú eres más melancólica que yo, me dan más ganas de abrazarte. Y también de acariciar sutilmente tu mejilla para sentir tu calor. O tu frío. Y escucharte si quieres usar palabras, o tan sólo observar tus ojos, su color, su profunda mirada.

Pensé en ti una noche mágica que se abrió el cielo y pude observar el sol a la una de madrugada.
También te recordé a mi regreso a Oslo, cuando después de semanas con noches cortas y azules, volví a enfrentar una que alcanzó la oscuridad. Esa noche penetraste mi sueño y te seguí sin que me vieras. Sonreiste varias veces y tu felicidad escurrió mis ojos. Cuando desperté divagué un buen rato pensando qué haré la siguiente vez que te vea:
¿Te seguiré a distancia? ¿Me atreveré a abrazarte? ¿Seremos melancólicos? ¿Miraré tus piernas? ¿Tocaré tu rostro? ¿Hablaremos de nada?

No respiro, no me muevo. El corazón me late desesperado, quiere explotar.


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