viernes, 18 de junio de 2010

Fin de semana: Escribo un mail.

Ya es de noche y no sé como logré terminar el corte del proyecto de Machín Patán; me pasé 2 días imaginando amor y antes de que amanezca y me caiga el lunes encima escribo un mail.

Le escribo por supuesto como al amigo que siempre fue para mí; eramos confidentes me acuerdo, me pedía consejos todo el tiempo y tenía a una loca por novia cuyos celos lo acorralaban y lo atormentaban; yo estaba locamente enamorada de quién unos años después se convirtió en mi marido y en el padre de mi hijo. Ahora que lo pienso, este amor recién declarado no tenía posibilidad alguna de concretarse. No las tuvo en su tiempo ni las tiene ahora porque además de los 15mil kilómetros de distancia que nos separan Pablo sucumbió a los ajos azules de una noruega que al día de hoy  sigue mirando lleno de pasión   y que le dio 2 hijos tan fantásticos que le arropan los días fríos del larguísimo invierno en Oslo.

Voy a estarle agradecida por siempre, por haberme levantado ese velo de desasosiego con el que muchas veces miro la vida, por haberme hecho sentir anhelada y querida. 

Porque en un ratito, en el tráfico, voy a cantar hasta quedarme sin voz y voy a llorar hasta que mis lágrimas se evaporen y se conviertan en una estrella que brille todas las noches en el pedacito de cielo que compartimos. 

jueves, 17 de junio de 2010

Fin de semana: Recibo un mail (y 2)

La imagen que más fuertemente tengo grabada de ti, es la del carácter. Un poco absurdo, ¿no? Es como intentar atrapar el espíritu, o el último suspiro.

Intangible, incoloro, inodoro; tu carácter era un reto que muchos sufrían sin admitirlo, y yo disfrutaba en la secreta admiración que te profesaba.
Creo que el carácter denotaba madurez, tal vez por ello nunca te dije siquiera que eras bonita, la más bonita. Siempre fuiste asediada por hombres mayores; seguramente les atraía la joven madura que, sin proponérselo, sobresalía entre la pléyade de mujeres que rondaban en la oficina.
Maja, creo que me he prolongado en este primer reencuentro, aunque tal vez era necesario. Hasta aquí lo mío, por el momento, de ti no pido nada que no te nazca ofrecer y contar, me basta con saber que estás ahí, detrás de un ordenador, en tu cama, en una silla, sobre la alfombra o en un café, leyendo las líneas que te comparto después de haber tenido el atrevimiento de decirte te quiero. Como el sujeto platónico que ahora me deja sumergido en la minifalda negra, en las medias oscuras, 
en los labios apenas delineados por un tono rojo que me producía insomnio.

Ahora sí, buenas noches en mi día espléndido.

Enamorarse a distancia es posible; así me siento,  en trance, no he dejado de reeleer estos párrafos sin sentirme enamorada, acompañada de las frases de Calamaro que le cantan a mi boca…
Estoy hecha una idiota, la verdad. Han pasado 28 horas desde el primer mail y hago como que trabajo en este corte que nomás no pega, he escuchado “Algo contigo” como 270 veces, he leído el mail hasta recitarlo de memoria. Sigo sin entender cómo carajo no me lo dijo nunca, y cómo dejó pasar 15 años para escribirlo así tan campante.

Unas palmaditas en el hombro y un beso estampado en la cabeza logran sacarme de la fantasía,
-¡ay Mamá! ya otra vez te “adictaste” a tu compu- me dice el Majito quien me seduce con su mejor sonrisa y consigue otra rebanada de pan con Nutella.

: )

miércoles, 16 de junio de 2010

Fin de Semana: Recibo un mail (1)


¡Querida Maja!

De México me quedan muchos recuerdos y pocos amigos. Tú fuiste una persona grata. Muy grata. Un ejemplo profesional y una musa. Inspiración que callé por seguir códigos no escritos del oficio.

Ahora aquí, sin tenerte de frente, pero recordando tu sonrisa alguna noche septembrina que compartimos, y muchas otras ocasiones en que admiré tu entereza de mujer, declaro sin titubeos que eres una de las estrellas más bellas que me ha tocado contemplar sobre la tierra.

El caso es que un medio poco aptreciado por mi (FB), me ha permitido verte de niña, imaginarte adolescente, y recordarte en una etapa adulta muy prematura, cuando eras una editora de vanguardia que vestía minifaldas negras, y arrancabas supiros de mayores sin darte cuenta que yo moría por tener cerca tus rizos y creía que tus hazañas de editora obedecían a un don inexplicable, o a un pacto con la imagen que aún no entiendo.

Si te tuviera a unos centímetros de distancia, besaría tu mano, como lo hice en repetidas ocasiones, y te confesaría mi admiración innegable y el enamoramiento que probablemente adivinabas desde siempre.

Maja, ¿sigues igual de guapa, o eres uno de esos caprichos que engrandecen con el tiempo?

En un instante todo el cansancio y el agobio de tener que trabajar otro fin de semana –con este llevo 5 al hilo gracias a los proyectos de Machín Patán-, desaparece. 
Este mail me acaricia y me cobija en este sábado en que ni el beis me prende.

Me invade una nostalgia de mi,  de cuando todavía no era tan cínica, ni tan neurótica; y antes de sumergirme en el recuerdo de esas épocas felices, me llega otro, mismo remitente; sus palabras me sacuden y su recuerdo me ahoga.

martes, 15 de junio de 2010

Alfa Romeo: El desamparo.



Quanto sei bella, bimba me repetía mientras me desnudaba con la parsimonia de quien desviste a una muñeca, como si me protegiera un rasguño o una herida. Sus dedos agiles concentrados en abrir los botones de mi blusa, descubriéndome la piel en fragmentos. Hai il corpo di una ragazzina lo escuché decir mientras me miraba, absorto. Sus dedos en el cierre de mi falda, la tela cayendo por los costados como si se tratara de un susurro. Por un largo rato no hizo más que mirarme sentado en una silla, sin moverse.
Mi piacci tanto, sei cosí piccola, mia puttanella.
Me recostó en la cama toda desnuda para él,  y me miraba, y repetía de nuevo 
¡cazzo sei bellissima!, sofficce, morbida.
Un dedo bajaba por mi vientre y me recorría despacio la ingle. Un pedacito de su piel buscando en un pedacito de mi cuerpo. De eso se trataba este juego de seducción, sólo uno de sus dedos y el contacto de sus labios en mi oreja, susurrándome palabras dulces y puercas.

voglio scoparti con le mie dita, leccarti tutta, calda, bagnata.

No me besó, nunca me besó. Su atención estaba puesta ahí abajo, la punta de un dedo dentro de mí; aprovechaba un gemido para empujar hacia adentro, para recorrer con la yema de ese dedo esa cordillera rugosa que tenemos las mujeres. Lo hacía con la misma suavidad de mi mano, de mis dedos en mí cuando me masturbo; un tacto exquisito y delicioso.

¡morditi le labbra!, come quando sei nervosa e sembri  timida.
Non fare la timida con me, mia bimba, puttana.

Me convertí en olio, en una cascada densa y brillante, húmeda y resbalosa. Así fuí bajando por ese obelisco perfecto. Encajada en esa erección inmensa, deslizandome a punto de irme, venirme, desprenderme. Pero antes de llegar a ese lugar donde ni yo existía, me detuvieron sus ojos alertas. ¡No! ¡No por favor! fue lo único que alcancé a decir. 
Demasiado tarde; me levantó como a una pluma. Y no se vino, eyaculó.

Nada como el desamparo de un orgasmo interrumpido, 
la muerte tal vez.

Ni como recitarle las palabras de la poeta,

se va de ti mi cuerpo gota a gota.

Lo conocí una noche en un bar, era extranjero, no tenía condones en la billetera y jamás lo volví a ver.

domingo, 13 de junio de 2010

La Actricita Pettitte: Otro Lunes


En un minuto me llegará otro mensaje, e inmediatamente después mi celular empezará a sonar; y seras tú, para decirme que cambiaste tu cel. y que perdiste el registro de mi número y me preguntarás que porqué no te dije quien era  y que si nos vemos el lunes porque el fin de semana estarás en el rodaje de un corto y que estás súper contenta ¿y tu? preguntarás ¿qué has hecho? y antes de que responda te sumergirás en otro monólogo interminable, pasarás de lado mis respuestas  monosilábicas hasta que digas ¿estás ocupada? estoy trabajando, responderé; y no soy buena en el teléfono y mucho menos con alguien a quien apenas conozco, e intentaré evocar sin éxito esos ojos que estaba segura bailaban y brillaban; no va a ocurrir, y tu dirás entonces el lunes, sí el lunes y el lunes amanecerá y oscurecerá sin el rastro de tus ojos ni de tu voz.