martes, 15 de junio de 2010

Alfa Romeo: El desamparo.



Quanto sei bella, bimba me repetía mientras me desnudaba con la parsimonia de quien desviste a una muñeca, como si me protegiera un rasguño o una herida. Sus dedos agiles concentrados en abrir los botones de mi blusa, descubriéndome la piel en fragmentos. Hai il corpo di una ragazzina lo escuché decir mientras me miraba, absorto. Sus dedos en el cierre de mi falda, la tela cayendo por los costados como si se tratara de un susurro. Por un largo rato no hizo más que mirarme sentado en una silla, sin moverse.
Mi piacci tanto, sei cosí piccola, mia puttanella.
Me recostó en la cama toda desnuda para él,  y me miraba, y repetía de nuevo 
¡cazzo sei bellissima!, sofficce, morbida.
Un dedo bajaba por mi vientre y me recorría despacio la ingle. Un pedacito de su piel buscando en un pedacito de mi cuerpo. De eso se trataba este juego de seducción, sólo uno de sus dedos y el contacto de sus labios en mi oreja, susurrándome palabras dulces y puercas.

voglio scoparti con le mie dita, leccarti tutta, calda, bagnata.

No me besó, nunca me besó. Su atención estaba puesta ahí abajo, la punta de un dedo dentro de mí; aprovechaba un gemido para empujar hacia adentro, para recorrer con la yema de ese dedo esa cordillera rugosa que tenemos las mujeres. Lo hacía con la misma suavidad de mi mano, de mis dedos en mí cuando me masturbo; un tacto exquisito y delicioso.

¡morditi le labbra!, come quando sei nervosa e sembri  timida.
Non fare la timida con me, mia bimba, puttana.

Me convertí en olio, en una cascada densa y brillante, húmeda y resbalosa. Así fuí bajando por ese obelisco perfecto. Encajada en esa erección inmensa, deslizandome a punto de irme, venirme, desprenderme. Pero antes de llegar a ese lugar donde ni yo existía, me detuvieron sus ojos alertas. ¡No! ¡No por favor! fue lo único que alcancé a decir. 
Demasiado tarde; me levantó como a una pluma. Y no se vino, eyaculó.

Nada como el desamparo de un orgasmo interrumpido, 
la muerte tal vez.

Ni como recitarle las palabras de la poeta,

se va de ti mi cuerpo gota a gota.

Lo conocí una noche en un bar, era extranjero, no tenía condones en la billetera y jamás lo volví a ver.

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