miércoles, 16 de junio de 2010

Fin de Semana: Recibo un mail (1)


¡Querida Maja!

De México me quedan muchos recuerdos y pocos amigos. Tú fuiste una persona grata. Muy grata. Un ejemplo profesional y una musa. Inspiración que callé por seguir códigos no escritos del oficio.

Ahora aquí, sin tenerte de frente, pero recordando tu sonrisa alguna noche septembrina que compartimos, y muchas otras ocasiones en que admiré tu entereza de mujer, declaro sin titubeos que eres una de las estrellas más bellas que me ha tocado contemplar sobre la tierra.

El caso es que un medio poco aptreciado por mi (FB), me ha permitido verte de niña, imaginarte adolescente, y recordarte en una etapa adulta muy prematura, cuando eras una editora de vanguardia que vestía minifaldas negras, y arrancabas supiros de mayores sin darte cuenta que yo moría por tener cerca tus rizos y creía que tus hazañas de editora obedecían a un don inexplicable, o a un pacto con la imagen que aún no entiendo.

Si te tuviera a unos centímetros de distancia, besaría tu mano, como lo hice en repetidas ocasiones, y te confesaría mi admiración innegable y el enamoramiento que probablemente adivinabas desde siempre.

Maja, ¿sigues igual de guapa, o eres uno de esos caprichos que engrandecen con el tiempo?

En un instante todo el cansancio y el agobio de tener que trabajar otro fin de semana –con este llevo 5 al hilo gracias a los proyectos de Machín Patán-, desaparece. 
Este mail me acaricia y me cobija en este sábado en que ni el beis me prende.

Me invade una nostalgia de mi,  de cuando todavía no era tan cínica, ni tan neurótica; y antes de sumergirme en el recuerdo de esas épocas felices, me llega otro, mismo remitente; sus palabras me sacuden y su recuerdo me ahoga.

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