martes, 12 de octubre de 2010

El Pibe: Martes (y2)


Y lo que sigue no es más que la repetición de lo que muchas veces antes, me hizo. Sus manos sobre mi cuerpo, sus dedos buscando por dónde entrar, torpe, medio bruto o más bien tosco. Me prometió su lengua y eso es lo que hace, pero el sexo oral nunca ha sido su fuerte y en esta tregua de más de dos años tampoco aprendió; y yo que navego entre la desilusión y el desencanto vislumbro un futuro que sabe a ese pasado común  al que le conozco hasta las costuras.

Qué tarada, pienso de repente. Me resigno. Dejo que su lengua se pierda un poco por ahí adentro, antes de detenerlo. Me acaricia con tal frenesí que mi clítoris está en el límite de la sobre estimulación y lo aparto de mi cuerpo antes de que arruine todo; le señalo con cuidado cómo me gustaría que lo hiciera pero ni me hace caso ni le atina.

Suspiro.

-Acuéstate,- le pido - déjame estar encima de ti.

Me rodea con el cuerpo y antes de tenderse boca arriba, se queda de  rodillas a un costado de mi cabeza y me pide que lo chupe un poco. Bueno no así, sus palabras son:

-Bésame un poquito, dale.- Y cuando descubre que no habrá poder humano o divino que me haga besarlo en esa posición- con él mirándome desde arriba-, termina por recostarse en la cama.

O sea que su demostración anterior fue con el propósito de lograr que mi boca espléndida se abandone a su placer. Hijo de puta. No me sorprende. Me acomodo entre sus piernas y le doy un par de lengüetazos, pero ni me siento inspirada ni con ganas de eso. Me detengo en seco y lo miro:

-Hoy no Pibe, no tengo ganas de chupártela.

-No importa, está bien. Vení encima mío Bombón.

Y eso hago, lo monto.  Esta película ya me la sé. Fotograma a fotograma. Le miraré el gesto retorcido, sus gemidos de bestia sin control. Sé cuánto le gusta que me mueva rápido, yo disfruto más  embistiéndolo despacio, como si mi cadera respondiera al vaivén lento de una ola tímida golpeando una orilla. Un minuto después voy a acelerar el ritmo para darle gusto. Me perderé en su cara en la que puedo leerle el deseo que ya le resulta imposible contener. Pero yo no querré venirme aún, optimista dejaré de lado el desencanto de este revolcón,-que no es que esté mal, es sólo que yo esperaba mucho más- y me detendré de nuevo  para decir:

-¿Me volteas?

Voy a dejarme caer sobre el colchón, boca abajo, y él girará por encima de mi cuerpo para acomodarse detrás de mi.



Lo que no puedo saber, prever o adivinar, es lo que hará a continuación. 

5 comentarios:

  1. me dejas un dejo nostalgico... me identifico mucho a veces contigo.

    creo habra un pibe 3 =P

    ResponderEliminar
  2. Sofía,
    Gracias por identificarte, a veces.... jajajaja!
    Este Pibe, uff!
    Saludísimos!

    ResponderEliminar
  3. ¡Uf! Muy buena entrada Maja. ¡Vaya acertijo que son!

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Vincent,
    Acertijo? No estoy tan segura.
    El abrazo de regreso. Gracias por pasar.

    ResponderEliminar
  5. Bueno no es sólo a veces, si de he confesar, es siempre. =P

    Abrazos

    ResponderEliminar