jueves, 24 de febrero de 2011

El juego de Beis



     Desde que empezó la primavera yo ya soñaba con este otoño idílico. Alimenté la esperanza al paso de los meses y el verano entero, y con el repaso de cada estadística, promedio de bateo y posible rotación abridora. Le dediqué horas a cada entrada, a cada lanzamiento y leí puntual a cada analista experto que pudiese despejar cualquier incertidumbre. Una vez más, mi equipo alcanzó la post temporada y después de una serie de división ganada en tres juegos al hilo sin ver derrota, con ligereza y arrogancia, restan 7 juegos –o menos-, para la gloria de otra Serie Mundial. Y yo me he preparado con esmero para la grandeza.

El béisbol me gusta tanto que cualquier cosa y todo lo demás, deja de ser importante. Las tribulaciones del diario pasan directo al sótano en mi torre alta de prioridades.. En esta semana clave de Serie de Campeonato, me olvido de los catres y los AguasFuegosTierrasAires que no han aparecido en mi vida. Desecho a Muy Lindo y su ñoñez sin remedio, a Machín Patán y sus ricitos cobardes,  a El Pibe y su sonrisa de gato de Cheshire, y que sin embargo empiezo a echar de menos.

 Envuelta en una laxitud que mi madre juzga exasperante, el Majito a sus anchas sabe que puede trasnochar, comer encima de mi cama y transgredir las reglas más esenciales de nuestra convivencia juntos; puede, con la mano en la cintura, brincarse el baño y hasta la escuela si el juego da para extrainnings y el desvelo sea tal, que me haga sentir una mala madre por no respetarle las horas de sueño necesarias para su buen crecer. Incluso él mismo se comporta generoso e indulgente conmigo. Renuncia de buen grado a los programas que le gustan en la tele y memoriza bañado de mi pasión, el line up del equipo contrincante. La alineación de los nuestros la tenemos tatuada en la piel gracias al fervor de los 162 partidos y sus entradas, jugados en la temporada regular.

Para este goce total y desvariado de la post temporada, he tomado ciertas providencias; empiezo a trabajar más temprano cada mañana e incluso he adelantado trabajo en horas robadas al  fin de semana. El esfuerzo lo vale, el beis lo vale. Todo se reduce a esto, que no es poco. Otra Serie de Campeonato.

 Dos minutos antes de que den las seis de la tarde, cierro mi compu y me encamino a la pantalla; El Majito tiene ya dispuesta la botana: cacahuates, palomitas, salchichas cocktail con limón y tajín, y por lo menos 4 cervezas heladas en una cubetita con hielo. El ambiente de una cantina, pero mejor. Contundente y resuelto afirma que nuestro abridor para este juego, se ve mejor que nunca. Su argumento irrebatible al compás de los saltos de cabra loca sobre el sofá; me enseña su mecánica de lanzamiento para un slider, curva, cambio de velocidad y una recta contundente de 4 costuras. Y hasta de tres Ma’, me dice el Majito que acaba de inventar ese lanzamiento. Lo miro completamente embobada, me regodeo sola en la fantasía y vislumbro a este peloterito uniformado a rayas disparando rectas con su bracito largo y perfecto. Una vocecita dentro de mi cabeza me recrimina un poco: Mira en lo que has convertido al muchachito.

Hijo de Tigre.

Lo cierto es que desde el  primer juego, el sábado pasado, después de remontar en la octava una desventaja de 5 carreras y con una victoria desbordando adrenalina salpicada de azar, los juegos subsecuentes han sido un sendero cuesta abajo. Texas ganó 3 al hilo, el del miércoles nosotros con el lanzador en la lomita, si no inspirado, al menos efectivo . El de hoy, el juego 6, es decisivo. Si mi equipo no gana, se avecina un largo periodo de duelo, de estiaje, de meses sin beis; la espera eterna hasta la siguiente primavera, al 31 de Marzo del 2011; tan lejano, tan borroso. Qué desdicha.

Pareciera que este encuentro se decide desde la segunda entrada; la orden desde la cueva para una base por bolas intencional, el desacato del lanzador quien literalmente la avienta descuidado a metros de distancia del guante del receptor, por encima de la cabeza del Umpire. El jugador que desde la intermedia avanza hasta la antesala. No ha cruzado el plato y ya es la carrera que les asegura la victoria, el pase a la Serie Mundial. La frase reza: Esto no se acaba hasta que se acaba. Mierda, es que ya acabó.


Ni siquiera me quedo a ver la séptima, la fatídica. El juego está perdido desde hace rato y no ya no tengo ánimos de llegar hasta la novena. Regreso a mi compu hecha una furia. Mi asistente pregunta por el marcador, ladro como pitbull con rabia, echando espuma por las fauces. Le echo un vistazo al documental de la Revolución cuyo proceso de trabajo se ha convertido en una pesadilla. Pego dos secuencias, recorto un poco lo que me parece muy largo. Por dentro puteo al mundo y a todos los jugadores de beis que me vienen a la cabeza. En la tormenta furiosa de mi mente, atrás de tantos rayos y centellas, aparece como un recordatorio la sonrisa desparpajada de Mi Maja. Hoy es su fiesta de cumpleaños y no puedo faltar.


Encabronada y sombría escojo cualquier cosa del armario, ni siquiera me veo al espejo. Salgo corriendo a celebrar, del peor humor y con el cansancio instalado en los huesos. Es viernes en la noche. El otoño está a la vuelta de la esquina y yo me siento la viudita del Rey, ese de los deportes.

6 comentarios:

  1. Qué ondas Maja??? interesante conocer otra de tus bajas pasiones =P

    Saludos

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  2. La más baja de todas!

    ; )

    Abrazo querida!

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  3. A calzón quitaoo...

    Morí de risa con..."El Pibe y su sonrisa de gato de Cheshire..." jajajaja

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  4. P:
    Pude ver al majito con su traje a rayas y ese lindo color de piel que tiene lanzando su mejor bola.
    Saludos

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  5. P:
    Perdón!!!!! Y me refiero a hoy. : (
    Ay el Majito tan lindo. Me tiene mal.

    ; )

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