viernes, 23 de abril de 2010

Tj: El propedéutico funcionó

Una de las ventajas de este 3er encuentro, es que hubo 2 encuentros previos. El primero catastrófico, el 2do mucho más inspirado. Como no podíamos tener sexo en el sentido más cabal del término – me bajó justo la mañana de ese día, y la perspectiva de un asalto de alcoba, salpicado de sangre no estaba en mis planes- nos dedicamos a recorrernos el cuerpo con las manos y con las lenguas.

A Tj le gusta ver. Es un vouyerista nato. No sólo se limita a observar sin recato las reacciones de mi piel bajo el paso de su lengua, fija su mirada sobre mi, parece gustarle y realmente excitarle, tenerme a merced de un deseo que empieza a quemarme la piel.

Tumbada sobre mi espalda, las piernas flexionadas y separadas, veo su mano acomodarse sobre mi pubis. Un dedo se introduce y busca en lo profundo, la yema del pulgar me frota cadenciosamente el clítoris; En respuesta mi pelvis se eleva y me dan ganas de aullar; Mi mano busca y encuentra donde pasear. Le acaricio el pene, de arriba a abajo, apretando un poco y en un momento cierro el puño aprisionándole el glande. Esta vez, la yema de mi dedo pulgar aprieta la parte anterior del glande, ahí donde parece que los hombre tienen una vena, o una terminal nerviosa o una arruga, o un secreto bien guardado. A saber. De lo que estoy cierta es que produzco una especie de sortilegio, porque un ronco gemido me responde. Lo admito, a mi también me gusta ver. Me gusta mi mano que recorre, aprieta, recorre de nuevo muy muy despacio.

En un impulso que urge a la catarsis, se monta arriba de mi, me penetra. Acabamos rápido, justo este primer orgasmo que se necesita para seguir en la faena. Que por lo menos hoy, está muy lejos de acabar.

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