martes, 18 de mayo de 2010

La Actricita Pettitte: La Boda de mi mejor amiga. (1)

Para mi Maja y la Jess.
A quienes deseo que la pasión las encamine el tiempo de su amor.



Y llego tarde a la boda de mi mejor amiga; por lo visto me perdí la ceremonia y el intercambio de votos o sello del compromiso. Con la cara en el piso por la vergüenza me acerco a la mesa a felicitar a la bella y feliz pareja. Y desde ahí veo a Cris y su marido que me hacen señas desde el fondo del salón, al lado de la pista.

En ese momento la música invita al baile y las novias abren pista. Mi Maja en un vestido negro de corte imperio y de una tela tan sutíl que parece envolverla en un sueño, la Jess en un largo y ceñido vestido rojo, con un escote profundo en la espalda. Las dos tan altas y erguidas como 2 yeguas finas.

La mirada de ensoñación del marido de Cris tiene un momento lúcido solo para exclamar: “Son como Top Models, ¿verdad?” y volverse a perder en la belleza imposible de estas dos mujeres que se aman.

Pasado un primer tequila y la mitad del segundo, Cris y yo también nos levantamos a bailar; para mi alivio, el repertorio de animales no ha salido y giramos al ritmo de Selena, Tito el Bambino, Elvis Crespo.

Inevitable el tema ese de la Vaca; me veo obligada a sentarme de nuevo y a disfrutar desde ahí como la novia del vestido rojo desafía al rumiante y a los demás con la gracia y la estampa de una novillera con ganas de triunfo.

La mesa que comparto está justo debajo de la bocina y hace imposible la conversación, si se puede decir eso de las frases lanzadas a gritos que superan por muy poco los decibeles de la música y que empiezan a lastimarme los oidos. El tequila resulta absolutamente paliativo.

La pareja de la mesa de enfrente lleva un buen rato bailando, él parece competidor en concurso. “Claro” me dice Cris, “te juro que es gay”. La chica que lo acompaña lo hace con tal desparpajo que el marido de Cris no resiste y la felicita a su paso de regreso a la mesa.

Tiempo después mis amigos se despiden y me abandonan. Para entonces ya estoy borracha –aunque no se me nota- y me pongo a pensar en cuanto tiempo debo dejar pasar para retirarme cuando la chica de enfrente agita ambos brazos para llamar mi atención, yo, ante la duda miro atrás y como no hay nadie y parece que es a mi a quien se dirije, le sonrío.
“¡Ven a sentarte conmigo!” grita.

Y me levanto de mi lugar para ocupar la silla a su lado.

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