martes, 7 de septiembre de 2010

Machín Patán: La propuesta (2)



Parlotea todo el tiempo, para mi alivio. Prefiero observarlo y mantenerme lo más callada posible. Le pregunto cualquier cosa para que siga, me platica algún chisme contado a su modo, hablando fuerte, exagerando los gestos y lo encontraría simpático –muy- de no ser porque me encuentro sumida pensando en cómo decírselo.

Pasa una hora en la que hemos hablado de todo y nada, salimos a compartir un cigarro y lo apuro a regresar a nuestra mesa; el tiempo se me acaba y no he encontrado ni el momento ni el modo. Mierda. No sé porque saca un anillo del bolso de sus jeans y me lo extiende para mostrármelo, lo tomo con ambas manos y pregunta:

-¿Estás temblando? - Me miro los dedos extendidos y los veo temblar muy ligero. Me tiemblan las manos.  Mierda.

-¿Si? Ha de ser porque las tengo mal apoyadas- extiendo un brazo con cuidado, y ahí en el extremo, mi mano sigue temblando. Mierda. Me mira con una sonrisa burlona, divertida. Intento por todos los medios restarle importancia al asunto, me encojo de hombros, hasta suspiro, pero sigo temblando.

-¿Estás enferma de la tiroides? Porque uno de los síntomas es el temblor de manos y los ojos saltones.  Mierda.

-¿Te parece que tengo los ojos saltones?

-No. ¡Ya! ¿Qué me querías decir? ¿Es algo de trabajo?  Mierda lo sabe.

-No. Es personal.

-¿Te me vas a declarar?  Patán.

Mi apariencia tranquila y mi mirada serena casi fría responden sólo a un esfuerzo enorme de voluntad; Lo miro un par de segundos antes de decirle muy despacio, a los ojos, y –no sé como- sin titubear:

-No. No es una declaración, pero quiero que sepas que soy una mujer discreta y sobre todo muy reservada y ya que lo sabes, quiero proponerte un rato a solas, una tarde solos… con muchos besos de por medio y las sábanas arrugadas…  

La fuerza se me escapa y la última parte de la frase se la digo a mi bebida mirando hacia   abajo; me ganan la timidez y el miedo. Sonrío como una tonta. Lo hice.

Levanto la vista muy despacio y veo como se le van agrandando los ojos. Como platos. Estupefacto, casi en shock. El ruido del lugar se apaga como por arte de magia, y lo único que escucho es el sonido de las fichas de dominó, que alguien revuelve en la superficie de una mesa cercana.

Un segundo después, Machín Patán suelta una carcajada enorme, seguida de la mía tan nerviosa como la suya. El lugar recupera el bullicio de golpe y el sonido de nuestras risas resuena alto y fuerte.

Sigue actuando conmocionado. Balbucea. Bufa. Me mira. Se ríe.  -No sé que decir, -repite-Es que esto nunca me había pasado. -Tampoco a mi- respondo serena.


-¡Es que no lo puedo creer! Me va a batear.

-¿Quieres que te diga que bromeo?

-No. ¿Pero así me lo dices?

-Y… ¿cómo te lo digo entonces? Te gusto –me mira, asiente. –Me gustas, ¿quieres acostarte conmigo?

Se echa para atrás de nuevo, una mano en la frente, dramático, me mira.

-Me siento halagado.

-¿Te inflé el eguito?

-Jajaja. No. Si.

-¿Quién tiembla ahora?

-Jajaja- Esconde los brazos detrás de la cabeza.

-Piénsalo y me dices ¿Va? Sólo te pido discreción. Si lo repites, lo niego, ¿eh?

Se agita de nuevo, suelto una risotada. Se carcajea a todo pulmón como el Patán que es. Me la hace cansada. La carcajada se le convierte en una sonrisa tierna que descubro me derrite. En su mirada parece moverse una luz pequeñita, como una bandera blanca que se agita en la punta del palo de un barco y que mucho me temo no es más que el reflejo de la mía. Me rindo.

Otra carcajada.

Otra sonrisa demoledora.

-Va.

Sonrío y un rubor me empieza a subir por el cuello, inevitable, giro el rostro hacia la ventana esperando que pase desapercibido. Ni en broma.

-¡Te estás poniendo roja! ¡Estás sonrojada!- lo miro con una sonrisa resignada, odio parecer tonta. -¿No que muy cool? pregunta burlón. Patán.


-…

4 comentarios:

  1. P:
    Va !!!
    Y ya fue? o
    Seguimos en la espera?

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  2. Sería interesantísimo tener siquiera una idea de lo que pasa por la mente de Patán, aunque pudiera ser que con eso se perdiera el encanto y la magia que tiene tu versión.

    Sigo pendiente. Un abrazo Maja.

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  3. Los hombres patanes no son un misterio querido Vincent, son patanes, nomás.

    Gracias y abrazo

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  4. bueno que no se diga que no tienes cojones, y me imagino la subidota de adrenalina que te corrio como burbujas de champagne cuando se lo estabas proponiendo, ya lo que ocurra despues es igual. prueba superada. good

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